viernes, 11 de marzo de 2011

La plaza

La plaza, es el lugar perfecto elegido por las parejas. Actúa inevitablemente de confesionario, se asegura de unas buenas tardes de mate, tal vez peleas, llantos y amores. Seguramente los árboles sean parte de las reconciliaciones, primeros besos y algún que otro último adiós.

Hablar de este sitio tan especial puede generar controversias, pero cada lector sabrá que pensar en una plaza es volver el tiempo atrás. Recordar y recorrer historias únicas deseosas de un retorno fructuoso o de un alejamiento definitivo, que nos deje en paz.

Sucede que algunos somos poco tolerantes, empalagosos de afecto y sobreprotectores de costumbre. Quizás seamos un poco torpes, pero la bondad y el amor nunca falla. Revivir momentos también implica describirnos con defectos y virtudes.
Volver el tiempo atrás señala tu recuerdo.
Es que la plaza tiene esas cosas. Ganar y perder al mismo tiempo. Sentarse cruzados de piernas sobre esos bancos de cemento un tanto fríos, un poco incómodos. Comer un chupetín y compartir piquitos en secuencia, casi faltándole el respeto a la ternura. Charlar en las tardes, y agarrarnos de la mano. Ver como el dueño de la calesita mueve la sortija para que ese niño afortunado obtenga una vuelta más. Apreciar como esa pareja semi-perfecta cuida a su bebé. Y en ese momento nos miramos y los dos pensamos lo mismo.

Es que la plaza tiene esas cosas. El poder verdadero de sacarnos del apuro cuando la rutina nos aburre. Frecuentar más en invierno que en verano, porque el frío nos devuelve a casa para compartir esas cucharitas que nos alejan rápidamente de esos vientos polares.
Tiene la fuerza y la certeza de que el amor es auténtico y de maravillar como nunca la intensidad del color de tus ojos.
Y llega un momento en que esos niños jugando, esos abuelos cuidando, esos perros revolviendo basura desaparecen, y somos sólo vos y yo. Tu cara un poco fría y los labios morados retornan a su color original cuando ese beso detiene el mundo y el corazón revienta de alegría.

Es que la plaza tiene esas cosas. Lo tiene todo. Que se yo. Escribir éstas líneas hicieron remontarme a aquellas tardes que fueron únicas.

El amor no se da cuenta de avisarme que ya no estás.

El verano me dio tardes y noches de playas. A veces me acordaba de vos…
Aún conservo la cartuchera que me regalaste que tiene inscripto un “te amo”. Cada vez que la abro para sacar una lapicera, un mar de recuerdos moja mi cara y mi cabeza.
No se si lo merezcamos, pero en el primer día fresco y nublado del otoño voy a querer besarte en la mejilla. Tal vez te pase lo mismo. Y te voy a extrañar.

El verano me dio tardes y noches de playas. Pero la plaza tiene esas cosas. Cosas propias y auténticas que se guardan en el pasto para que una nueva pareja, siempre de la mano, hagan reflotar y comprueben empíricamente que este humilde escritor no estaba tan equivocado.


The Cure - A Letter To Elise



"But I just can't hold my tears away
the way you do"