jueves, 25 de noviembre de 2010

Camino

Paseo por un camino angosto en el que las paredes se encuentran muy cerca de mis hombros. No hay atajo alguno y todo se hace infinito. Rezongo cuando no tengo fuerzas para seguir, pero me alegro cuando el ánimo se me va por las nubes. Es ahí cuando se que tengo todo para salir adelante, y aunque no haya caminos alternativos por el momento, puedo llegar al final. Abrir una nueva puerta y esconderme entre la increíble chance de revivir y la poderosa magia de la vida. La adrenalina de construir un propio destino con esfuerzo, sabores y valores. Porque nadie tiene ganado el futuro. ¡Exacto! La vida sería muy lineal, y no tendría sentido.
Nos suceden cosas para aprender, sentir, corregir, remendar y morir, para luego volver a la vida.
Es verdad, que ese camino está lleno de injusticias, sueños, penas y amores. Pero también es verdad que nunca estamos solos.

Viví, amé, lloré, reí, besé, olvidé, recordé, suspiré, volví a amar, a extrañar y morí. Las oportunidades caen como rayos en plena tormenta. Pero no vale desesperarse. Después de morir, revivimos, nos quedamos parados por un tiempo en el mismo lugar, tranquilos, esperando a que lo nuevo venga, tratando de ser lo más selectivos y cautelosos posible (al menos, por un tiempo). El destino se sale a buscar, pero también hay cosas que vienen solas. Curiosidades, miedos, broncas y esperanzas se hacen llamar esas cosas de la vida que se encuentran flotando por el aire y que llenan nuestras almas.

Y el camino es largo, muy largo, pero mientras doy mis nuevos pasos me entretengo con objetivos, proyectos, vivencias, emociones, enojos y risas.
Quizás, no conocer ni un poco de cada metro que hago, hace que el día a día se torne más auspicioso y atractivo.
Hoy destruyo teorías y conceptos, cuestiono todo y busco fundamentos. Me aparto de lo lineal, rompo reglas y veo, como el resplandor de la vida pega en mi frente.

Que lejos estoy… Tan lejos, que cada vez me acerco más. Ahí, a punto de llegar.
Y cuando llegue y termine ese camino infinito, seguramente pediré morir una vez más, o dos, para nuevamente revivir, aprender y llenarme de grandeza.

Pero, ¿Por qué? Si son tan solo palabras.
Te pido por favor, no me lo preguntes a mí. Pedile a la vida que te lo enseñe, a través de su camino…

Rolling Stones - Out of tears



"I won't die when you wave goodbye,
I'm out of tears..."

Against all odds



"So take a look at me now,
there's just an empty space,
there's nothing left here to remind me,
just the memory of your face..."

viernes, 19 de noviembre de 2010

Improvisar

Hoy me levanté temprano, y decidí escribir. Por la ventana el sol brillaba y mi jugo de naranja estaba más rico que nunca. El olor de la mañana, el pasto recién cortado y los diarios sobre la mesa me hacían sentir especial. Mi pluma, consejera más fiel que nunca, se entregó sin reparo alguno, para que yo una vez más, escriba tonteras:

Nada queda, todo se dispersa. Se pierde en una burbuja llamada angustia. Los sueños se opacan, los deseos se esfuman, y yo sigo acá, después de ese viaje en tren, tras despedirte para siempre.
Casi no lo puedo creer. Todo queda en la memoria, y pronto, lo construido deja de serlo. El tiempo pasa y no se mas nada de vos. Me pregunto si sos feliz, si estás bien, no sé. Porque fuiste demasiado, y duele tremendamente tal ruptura.
Es costumbre, algunos dicen. Es tiempo, otros (incluida vos). Y si, puede ser, es muy probable. Seguramente, dentro de cinco o diez años recuerde con una sonrisa ésta simple anécdota. Pero hoy la sufro.
Se que la rutina cada vez era más rutina, valga la redundancia. Entiendo que el amor se transforma y que todo era vagamente plano. Se que te molestaban algunas cosas, y que no éramos iguales. Pero el amor es otra cosa y puedo estar horas explicándotelo. Ni estas líneas de porquería podrían describir todo lo que te quiero, todo lo que te amo y te extraño. Siento tantas ganas de abrazarte. Siento tantas cosas…
También puedo decir, que mi vida se acostumbró a vivir sin vos. Nuevas cosas siempre aparecen: los lunes soy más libre, en la semana trabajo y estudio, los sábados disfruto y cada tanto, algún domingo te pienso. Creo que cada día te extraño menos, porque trato de no recordarte. Se que me merezco estar bien, y hasta tal vez no te merezca. Pero quien le hace entender eso al corazón.
Ese 10 de Septiembre, cuando tu amor se acabó, tenía enfrente a una persona totalmente diferente. No eras la cosita hermosa la cual había conocido, ni la que me amó por tanto tiempo. Tu parte mala había salido a la luz, como ese ángel negro que viene a dar malas noticias. Lo aseguro. Y tiempo después lo comprobé: no eras vos. Ya no eras. Esa persona que estaba sentada a mi lado, devoró mis ilusiones, dejó caer mis suspiros, y ató a mi corazón contra una pared, para que ese francotirador, que me tenía en la mira hacía un largo tiempo, destruya todo tipo de esperanzas. Y yo que creía…
Caí muerto por dos semanas. Abría los brazos de espalda al mar, a punto de caer. Mis amigos me atajaron. Me sentía el peor, un fracaso. Y me hicieron sentir el mejor, fuerte como el hierro.
Recuerdo muy bien, previo a conocerte, antes de aquel viaje a Bariloche, que pensaba cómo sería la mujer de mi vida… Y cuando te conocí, te dije, que eras tal cual te había soñado. Y ahora que te perdí, digo y me pregunto: ¿Dónde estás mi amor? ¿En que queda todo esto?
En la nada. La vida es así.

Hoy sigo recorriendo las calles de esa ciudad. Siento que ese viaje en tren “para siempre”, me dio más aire. Mi nueva vida se forma de momentos, de llantos y besos. En cada paso que doy soy más iluso, pero más fuerte y hasta más tierno. Aprecio las cosas como si fueran únicas.
Mi sombra me empuja todas las noches. Mis ojos soportan la claridad del sol. Y mi corazón… Bien, gracias.
Permitime decirte que nadie te va a amar jamás, pero jamás, como lo hice yo. Con errores, con virtudes, fue el amor más puro que di en toda mi vida. Eso me hace feliz. Que lástima que no lo aceptes.

Ya está. Por hoy suficiente. El sol se movió unos metros de la ventana y el vaso vacío con restos de pulpa de naranja me pidió que comience un nuevo día. Los diarios dispersos me exigían que deje de escribir, y la pluma se enojó con migo: me obligó a dejar de pensar en ella. Cerré el cuaderno de los escritos, que por atolondrado lo titulé “solo” y acepté comenzar un nuevo día.
Te cuento que la ciudad está más maravillosa que nunca y es hora de hacer algo con mi vida.  Se muy bien, que ahora, nuevamente, voy a salir a la calle a lucharla, a sumar conocimientos, experiencia y desamores. Se muy bien, parado en la vida, que una vez más, tengo que improvisar.



Robbie Williams - She is the one



"I was her she was me
We were one we were free."

Ricardo Arjona - Se nos muere el amor



"Ay amor no te mueras
o muerete de un trancazo,
que no hay peor agonía,
que la que es de paso en paso."

Debbie Gibson - Lost in your eyes



"And if I can't find my way,
if salvation seems worlds away...
Oh, I'll be found,
when I am lost in your eyes."

jueves, 11 de noviembre de 2010

Cuando una vida, es algo más que una vida

La historia cuenta la desdicha de un muchacho, de no más de 25 años, que sufrió un gran problema. Llevaba una vida plena, llena de amistades, amores, colores. Pero cuando te toca te toca, y justamente él fue victima de tal atrocidad, que lo dejó en la cama de un hospital, en coma, para toda la vida.
Las sábanas blancas cubrían su cuerpo, el respirador artificial su potencial. Suero y cables por todos lados. El llanto de sus seres queridos retumbaba por cada pasillo.
Las horas pasaban, los días también, pero ya nada tenía sentido. ¿Qué es una vida sin vida?
Los médicos fueron claros y concisos. El paciente sufrió uno de los peores males que puede soportar una persona, y no hay remedio para eso.
Su familia mantenía las esperanzas, sus amigos le pedían a Dios por él.
En éstas ocasiones, todo parece terminado, aunque inconcientemente uno esté esperando otro desenlace. Sus padres sabían que había una chance.
Una chica bonita, de no más de 25 años había estado junto a él en una parte importante de su vida. Hay quienes dicen que ella fue la culpable de tal ataque al corazón. Otros dicen que ella simplemente se fue, porque amar le generaba miedo.

Me llevó unos cuantos meses investigar ésta historia, y lamentablemente no pude conseguir ni el nombre del chico ni de la chica. Nadie quiso revelar datos personales por alguna razón.

La historia continua en el mismo punto. Los días pasaban y nadie encontraba solución. Pero la madre, con la fuerza que tienen las madres, se propuso buscar la cura de la enfermedad. Su hijo no vivía, ya no era el mismo. Era difícil saber que aunque se encuentre en ese estado, su cerebro tenía la capacidad para recordar y sentir. La mamá sabía que podía conseguir algún elemento clave para poder sacar a su querido hijo de esa situación. Intuición pura. Revolvió toda la casa, buscando aquel elemento. Cajones, placard, escritorios. Se hacía difícil. Al parecer, ese dato había sido eliminado. Seguramente le generaba algún mal a su hijo. Ella, incansable, lo encontró. Una foto guardada en una cajita. Eran ellos dos, juntos, felices. El lado trasero tenía las iniciales de cada uno, con un “te amo” escrito con birome de color azul. La foto tenía un teléfono.
Ahí es cuando ella entra en escena. Con nervios atendió el llamado de esa madre desesperada, sabía que algo le había pasado a esa persona que tanto había querido en algún momento de su vida. Ella, perdida en los años, un tanto desconocida, menos dulce, más entera, aceptó la propuesta de ir a visitarlo.
Se acercó a él. Lo tomó de la mano, sus lágrimas inundaron sus ojos y ésta vez, le tocó a ella… recordar:

Aquella mañana soleada, cuando arriba de un micro lo vio a través de la ventanilla. Casi amor a primera vista. Aquel primer beso, único, inigualable, irrepetible, más que perfecto. La tarde en donde un “sí” significó ser novios. La noche, en que ansiosa le dijo que algo importante le pasaba: un “te amo”, sólido, dulce, para siempre. La primera merienda, la primera cena, el primer cumpleaños. Los besos, las caricias que hacían que todo parezca de otro mundo. Las salidas, los abrazos, las canciones. La compañía.
Tardes de verano, lluvias de otoño, cucharitas de invierno, olores de primavera. Ella sabía muy bien, que tenerlo a su lado era lo más lindo que le pudo haber pasado. Su corazón latía fuerte antes de verlo. Su cara, su pelo, su cuerpo. Más besos, más tardes, más noches. Vacaciones, paseos, comidas y sueños perdidos. Fotos, cartas, mails. Todavía recordaba y guardaba esa primera carta. Varias veces usó su short para dormir. Y extrañó, sin dudas, su perfume y el olor de su piel, incomparable, único, irrepetible.

Esa chica, de no más de 25 años, de ojos verdes, únicos, incomparables, irrepetibles, recordó todo en tan solo un segundo. Estaba en frente de la persona más importante que pasó por su vida, sus manos apretaban fuerte las manos de él. Y lloraba, como nunca lloró en su vida. Sabía que ya era tarde para recordar, entender y revivir momentos, que ella misma había tirado por el balcón, por el simple hecho de querer libertad, y “disfrutar” más de la vida. Esa chica, nunca entendió que significaba el amor, o simplemente lo subestimó. Tarde ya era, porque el chico no despertaría jamás.

Cuando decidí investigar ésta historia, fui en búsqueda de un final feliz. Pero temía que esto no suceda.

En la sala se encontraban ellos dos. Tuvieron su momento, un reencuentro poco deseado, inimaginable, pero reencuentro al fin. Ella lloraba, él no existía. Uno se da cuenta muy tarde que la vida entrega momentos felices para disfrutarlos, y no para olvidarlos. Y esa chica, de ojitos verdes, más linda que nunca, deseaba eso. Tan solo revivir un recuerdo más, tenerlo despierto, para poder decirle cuanto lo sentía, y que lo necesitaba nuevamente a su lado. La impotencia rodeaba su cuerpo, porque no podía hacer más nada que llorar, hablarle, y sentirlo. Nada más. El daño era irreversible y solo restaba esperar a que en algún momento Dios decida el destino de aquel pobre muchacho… Pobre muchacho…

Ese reencuentro le había partido el corazón a ella. Un sin fin de recuerdos le habían hecho entender que su destino era otro, y que deseaba más que nunca volver a estar con él. Pero ahora la vida le jugó una mala pasada, como anteriormente le había sucedido a su viejo amor.
Abrazó a sus padres, que siempre los sintió suegros, y se fue. Esa chica no solía hablar con nadie del tema, pero lo extrañaba todos los días, aunque nunca lo quiso reconocer.
Nuevamente sus vidas se volvieron a separar, para siempre, como la última vez.

La historia llega a su fin y es aquí cuando presiento un triste final.

Los meses pasaban, y no se veía cambio alguno. El chico seguía en el mismo hospital de siempre, en la misma cama, con el mismo mal. La chica, vivía a medias, y los 25 de cada mes lloraba, recordaba y volvía a llorar.
Hay quienes dicen que Dios decide llevarse a los buenos, para estar a su lado. Y éste pibe valía oro. Pero no fue así.
Increíblemente, un 10 de Febrero, el chico abrió los ojos. Justo cuando ella cumplía años. ¿Milagros o cosas del destino? No se sabe, pero el alma volvió a su cuerpo y sus padres y amigos volvieron a ser felices. Su recuperación parecía un éxito.
La madre nunca reveló que había encontrado la cura, pero sabía que había sido aquella chica.

Tiempo después, con él ya fuera del hospital y en muy buenas condiciones, su mamá le contó la verdad. Le dijo que había llevado a su único gran amor al hospital, con la intención de salvarlo. El muchacho lo sabía, lo había sentido, y recordaba permanentemente el perfume de ella, la suavidad de sus manos, y las tibias lágrimas que caían en su cuerpo.

Dicen que Dios se lleva a los buenos, y éste pibe valía oro. Al parecer, no es tan así. Dios le dio la chance de vivir una vez más, para volver a disfrutar, sentir, amar, equivocarse y volver a amar. Para aprender a valorar cada segundo, olvidar los males y poder soñar, más que nunca…

El chico volvió a vivir, volvió a sentir, pero no volvió a amar. Porque de hecho, nunca se había separado de ese sentimiento. Esa chica, de no más de 25 años, incomparable, única e irrepetible, era el amor de su vida, y no lo iba a poder cambiar.

Y es aquí cuando más temo que el final no sea feliz:

Después de tanto sufrimiento, tenía dos opciones: volver a verla, o dejarla libre. Él sabía que ella aún lo amaba, pero no le correspondía ir a buscarla. La vida es así, no somos dueños de nadie, ni podemos forzar algo que no es. Por eso, el chico, el de no más de 25 años, único, irrepetible, incomparable, decidió dejar las puertas de su corazón abiertas, por si algún día, ella, quisiera volver.


Sin Banderas - Mientes tan bien



"Cuando dices siento siento que eres todo,
cuando dices vida yo estare contigo..."

Arjona - Asignatura pendiente



"y de tu mano pequeña diciendome adios [...]
mi asignatura pendiente..."


Coti - Soledad



"Tuvimos nuestro pacto y no lo cumplimos,
y no es cuestión de culpas nada más..."

viernes, 5 de noviembre de 2010

Ser chico

Recuerdo cuando era chico. Solía veranear en Las Toninas con mamá y papá.
Que tiempos hermosos. Disfrutar la playa, jugar en la arena y patear la pelota eran mis principales obligaciones. Mi cabeza se ocupaba de la diversión, mis viejos de todo lo demás. No había preocupaciones, mis miedos eran pavadas y sufría solamente cuando se me rompía algún juguete.

Ser niño. Lo deseo con frecuencia.
Crecí. Pasaron amigos, novias, conflictos, regalos, virtudes. Pasó de todo. Y crecí.
Hoy soy grande. No soy más ese chico sin obligaciones. Ahora la vida se presenta de otra manera. Tenemos amores, problemas, deseos, satisfacciones, miedos, inseguridad, felicidad, odio, tristeza. ¿Tristeza? No sirve de nada mentir, tampoco ocultar lo que uno siente. Describir lo sucedido es remover los recuerdos situados en lo más profundo de mi corazón. Pero hay cosas que debo decir…
Estoy pasando por un largo proceso de cambios. Dedico parte de mi tiempo en pensar y entender donde estoy parado. El amor es así. Lo tenía todo, hasta que se te ocurrió dejarme. Las promesas, los deseos, la felicidad… todo se transformó en desgano, sueños de plástico, felicidad superficial. Me pintaste un amor para toda la vida, y me dejaste media hoja en blanco.
¿Qué pensar, qué decir, qué sentir? Sigo enamorado, aunque no te vea. Te sigo pensando aunque desapareciste de mi vida, y aunque ya no te importe… ni un poquito.
Por supuesto tengo presente el trato que habíamos hecho: Nos casaríamos en algún lugar exótico, sin avisar a nadie. Todavía me acuerdo el nombre de nuestros hijos, hijos que serán del viento. Es que la vida es así.
En el próximo amor voy a saber que nada es para siempre, y ya todo pierde su esencia.
Me hace mal saber de tu existencia, no puedo ver más tus fotos. Se muy bien que sos culpable de todas mis angustias, pero te quiero. Y te aviso, que el príncipe azul no existe. La perfección no existe. Yo te di mucho, pero se ve que no fue suficiente. Sonrío para no llorar.
Todavía le debés una comida a mis papás. Aquella que prometiste. Pero te ganó el desamor, el olvido, el no se qué.
Pido perdón si soy muy frontal, o si hoy soy menos dulce. Es que la semana estuvo difícil. Pero no hay nada que no tenga solución.

Dejame soñar, por un rato: Me subo al Renault 12 de papá. Mamá ya tiene preparada unas galletitas para el camino, y una exquisita tarta de jamón y queso para cuando lleguemos. Mi hermano y yo en el asiento trasero, con un bolso lleno de juguetes. Cuatro horas de viaje por delante solamente para divertirnos. Disfrutar que somos chicos.
Dejame seguir, un poquito más: Llegamos. El sol brilla. El olor único que tiene Las Toninas me hace sentir feliz. Papá se apura y acomoda los bolsos en la casa. Saca la pelota naranja con rayitas negras para jugar con mi hermano. Te juro que ninguno de nosotros era Maradona, pero jugamos el mejor partido de la historia (creo que gané como nueve a ocho).
Un poco más, un poco más, por favor: Llegamos a la playa. Papá pone la sombrilla, mamá acomoda las reposeras. Mi hermano sale corriendo al mar. Desde lejos me hace señas para que lo acompañe. Por supuesto que voy. El agua estaba un tanto fría, las olas pegaban fuerte, pero yo en el mar era feliz. Mamá desde lejos nos cuidaba mientras preparaba el royo para la cámara de fotos.

La playa era sagrada, mi familia es sagrada. Todo es perfecto cuando uno es chico. Soñar, jugar, vivir… Dejame ser una vez más, ese chico feliz, tímido, enamorado de la vida. Dejame serlo, aunque sea una vez más…