miércoles, 22 de diciembre de 2010

Olvido

Olvido es tratar de no recordar. Dejar ese pensamiento para lo último, esconderlo, empujarlo, llevarlo hacia delante. ¿Hasta cuando? Difícil. Esa memoria permanece pendiente para un nunca más de historias que pierden su destello hasta desaparecer. Y aunque seguro perdure, será insignificante.
Hoy somos pasajeros, poco pacientes, pero si trascendentes.

El año se termina. El cansancio del final se sostiene con las esperanzas del nuevo renacer. Y el amor se va, para siempre. Para no volver.
Hoy golpeo la puerta de tu casa. Veo que está barnizada, más prolija que antes. Las luces colgadas me recuerdan en que parte del año estoy. Las gotas en la frente me avisan que el verano comenzó y tu auto, con algunos rayones y golpes nuevos me invitan a descubrir que el tiempo pasó.
Tu cara más adulta y esa remera que nunca ví fundamentan lo lejos que estuve. Esos labios que alguna vez besé, seguramente sean más felices e inconscientes.
Es que somos pasajeros, pero poco pacientes.

Aún siento nuestros murmullos cuando las luces de la casa se apagan y la oscuridad nos invita a soñar. Seguís acostada en la misma posición que te dejé hace algunos meses. Cada tanto te veo en la cocina, preparando eso tan rico que hacías aunque no recuerde que era. También te veo bajando del colectivo, caminando cerca del río y estudiando para los parciales.
Tal vez sentada en la silla de la cocina mirando tele a la tarde o saliendo de la ducha con la toalla en el pelo. Quizás te recuerde subiendo los escalones del micro delante mío y hasta a veces me acaricies el pelo en una cena familiar. Seguramente me des el beso de las buenas noches y me mandes un mensaje para saber si llegué bien.
Las balizas de mi auto iluminan la vereda oscura a la salida del lugar donde trabajabas. Y tu perro mueve la cola cuando entro a tu casa.
Escucho las risas, los chistes. Me veo a mí regalándote un chocolate. Tu suspiro y alegría ante una buena noticia. Te espero en cada vidriera y te persigo hasta que decidís la ropa que vas a comprar. Te abrazo, te beso y me retiro del lugar. Porque somos pasajeros, y muy poco pacientes.

Recordarte es olvidarte, para no volver jamás. Nuestras mentes imaginan historias que jamás sucederán o que tal vez ya hayan pasado.
Pero recordarte no es pensarte. Es memorizar que en algún sueño existías, aunque desapareciste.

Y esta vez, el olvido da lugar a que una estrella despegue de su posición para asentarse en ese nuevo cielo brilloso de verano proporcionándole una mejor vista a la luna.

La chance de desprenderse de los recuerdos aparece con vigor para poder descargar la mente y llenarla de esas cosquillas que tiene la vida. Que no son más que trascendentes, pasajeras, pero ¿por qué no duraderas?


Queen - Say It's Not True



"It's hard not to cry
It's hard to believe [...]
Say it's not real
It could be happening to you "


Radiohead - Creep



"What the hell am I doing here?[...]
I want to have control"

lunes, 6 de diciembre de 2010

Escoba nueva...

Desintoxicándome de recuerdos. Apropiándome de la suerte. Exagerando con la felicidad. Suplicándole piedad a los llantos. Compitiendo con la angustia. Y hasta también, coqueteando con la soledad.
Así pasan los días, las semanas y los meses. Quedaron tantas cosas para decirte que hoy no te diría nada. No se porqué siento que un muro nos separa. Y nos separa…y nos destruye…

Hoy me senté a escribir porque hay un tema que estuvo rondando en mi cabeza toda la semana. No es mi idea caer en lugares comunes, pero a veces es necesario para aclarar la situación: “Escoba nueva barre bien”. No se cuanta verdad hay en esa frase, por eso con ayuda de palabras propias intentaré acercarme al concepto. Refutarlo o confirmarlo.
Sucede que cuando uno está en pareja y enamorado, la tendencia a no ver, a no escuchar y a no ser uno mismo, es más que normal, cotidiano… (habitual).
Nos dedicamos a cometer muchos errores, a ser distintos, a discutir, a prohibir, a odiar, castigar, inculcar, y principalmente a no entender. Son factores sumamente negativos, que empujan con fuerza a que la rutina se apropie de una solidez única e inigualable. Y ahí nos damos cuenta que besar, amar, mirar, reír o pasear con la misma persona se vuelve monótono, aburrido y triste. Ese es el momento en el que “dejamos” de amar. Comillas en “dejamos”, porque aún no se lo que se siente. Pero lo puedo adivinar.
Por supuesto que el amor no es recíproco. Yo amo más, vos menos y viceversa.
Repito, el amor se va por la línea gris y se lleva todo consigo. O tal vez no se vaya y quede allí para siempre. Pero el ser libre tiñe toda tu cabeza de energías que te inducen a sentirte bien sola, sin presiones, sin futuros.
Ahí es cuando el pobre enamorado sale de la escena, siendo el más malo de la película, el más aburrido, el menos distinto y seguramente, el menos importante.

El telón ahora se abre, con “el nuevo” que decide entrar a tu vida y te muestra un mundo perfecto. Pero deciden no ser pareja, porque así estarían muy bien. Pasean por nuevos lugares, el corazón late un poco más y las ganas de vivir retornan. El beso es distinto, su piel huele a perfume importado y su voz es cómplice de una seducción impecable que retumba en tus oídos y te vuela la cabeza. Porque la escobita nueva barre bien, muy bien.
Y porque siempre lo nuevo es lo mejor, lo único, lo más parecido a la perfección. Es verdad, todos caemos en la tentación.

Así es estar de novios: Cuando la rutina nos alcanza, el amor busca otras puertas y la adrenalina se pierde.
Lo nuevo es lo opuesto: El temblor de sus cuerpos los une y los incentiva. Todo es inmejorable, maravilloso y auténtico.

Pero mi preocupación es: ¿Y con eso que hacemos? ¿Cuánto dura esa felicidad superficial?
Creo que es darse cuenta simplemente, que esa escoba, en algún momento se irá estropeando, gastando y perdiendo su esencia.
Es ahí cuando uno tiene que entender y pensar muy bien que es el amor.

Y tal vez nos demos cuenta, que ese viejito enamorado, que se quedó sin la mitad de su ser, era inimitable, casi perfecto e inolvidable.

Nos enteramos que el amor se llamaba de otra manera y que esa escoba nueva no era más que un espejismo que deseábamos tener, porque sí. Y ahí caemos, con las manos vacías de rodillas al piso. Bueno, tal vez necesitamos pasar por esos impactos que la vida nos trae para entender, en ésta ocasión, que una escoba nueva barre bien. ¿Por cuánto tiempo?

Guns N' Roses - Since I Don't Have You



"I don't have love to share
And I don't have one who cares..."

Tracy Chapman - Baby Can I Hold You



"Words don't come easily [...]
Baby can I hold you tonight?"

Babasonicos - El loco



"y llego hasta el fin, de confundir
su impunidad..."

jueves, 25 de noviembre de 2010

Camino

Paseo por un camino angosto en el que las paredes se encuentran muy cerca de mis hombros. No hay atajo alguno y todo se hace infinito. Rezongo cuando no tengo fuerzas para seguir, pero me alegro cuando el ánimo se me va por las nubes. Es ahí cuando se que tengo todo para salir adelante, y aunque no haya caminos alternativos por el momento, puedo llegar al final. Abrir una nueva puerta y esconderme entre la increíble chance de revivir y la poderosa magia de la vida. La adrenalina de construir un propio destino con esfuerzo, sabores y valores. Porque nadie tiene ganado el futuro. ¡Exacto! La vida sería muy lineal, y no tendría sentido.
Nos suceden cosas para aprender, sentir, corregir, remendar y morir, para luego volver a la vida.
Es verdad, que ese camino está lleno de injusticias, sueños, penas y amores. Pero también es verdad que nunca estamos solos.

Viví, amé, lloré, reí, besé, olvidé, recordé, suspiré, volví a amar, a extrañar y morí. Las oportunidades caen como rayos en plena tormenta. Pero no vale desesperarse. Después de morir, revivimos, nos quedamos parados por un tiempo en el mismo lugar, tranquilos, esperando a que lo nuevo venga, tratando de ser lo más selectivos y cautelosos posible (al menos, por un tiempo). El destino se sale a buscar, pero también hay cosas que vienen solas. Curiosidades, miedos, broncas y esperanzas se hacen llamar esas cosas de la vida que se encuentran flotando por el aire y que llenan nuestras almas.

Y el camino es largo, muy largo, pero mientras doy mis nuevos pasos me entretengo con objetivos, proyectos, vivencias, emociones, enojos y risas.
Quizás, no conocer ni un poco de cada metro que hago, hace que el día a día se torne más auspicioso y atractivo.
Hoy destruyo teorías y conceptos, cuestiono todo y busco fundamentos. Me aparto de lo lineal, rompo reglas y veo, como el resplandor de la vida pega en mi frente.

Que lejos estoy… Tan lejos, que cada vez me acerco más. Ahí, a punto de llegar.
Y cuando llegue y termine ese camino infinito, seguramente pediré morir una vez más, o dos, para nuevamente revivir, aprender y llenarme de grandeza.

Pero, ¿Por qué? Si son tan solo palabras.
Te pido por favor, no me lo preguntes a mí. Pedile a la vida que te lo enseñe, a través de su camino…

Rolling Stones - Out of tears



"I won't die when you wave goodbye,
I'm out of tears..."

Against all odds



"So take a look at me now,
there's just an empty space,
there's nothing left here to remind me,
just the memory of your face..."

viernes, 19 de noviembre de 2010

Improvisar

Hoy me levanté temprano, y decidí escribir. Por la ventana el sol brillaba y mi jugo de naranja estaba más rico que nunca. El olor de la mañana, el pasto recién cortado y los diarios sobre la mesa me hacían sentir especial. Mi pluma, consejera más fiel que nunca, se entregó sin reparo alguno, para que yo una vez más, escriba tonteras:

Nada queda, todo se dispersa. Se pierde en una burbuja llamada angustia. Los sueños se opacan, los deseos se esfuman, y yo sigo acá, después de ese viaje en tren, tras despedirte para siempre.
Casi no lo puedo creer. Todo queda en la memoria, y pronto, lo construido deja de serlo. El tiempo pasa y no se mas nada de vos. Me pregunto si sos feliz, si estás bien, no sé. Porque fuiste demasiado, y duele tremendamente tal ruptura.
Es costumbre, algunos dicen. Es tiempo, otros (incluida vos). Y si, puede ser, es muy probable. Seguramente, dentro de cinco o diez años recuerde con una sonrisa ésta simple anécdota. Pero hoy la sufro.
Se que la rutina cada vez era más rutina, valga la redundancia. Entiendo que el amor se transforma y que todo era vagamente plano. Se que te molestaban algunas cosas, y que no éramos iguales. Pero el amor es otra cosa y puedo estar horas explicándotelo. Ni estas líneas de porquería podrían describir todo lo que te quiero, todo lo que te amo y te extraño. Siento tantas ganas de abrazarte. Siento tantas cosas…
También puedo decir, que mi vida se acostumbró a vivir sin vos. Nuevas cosas siempre aparecen: los lunes soy más libre, en la semana trabajo y estudio, los sábados disfruto y cada tanto, algún domingo te pienso. Creo que cada día te extraño menos, porque trato de no recordarte. Se que me merezco estar bien, y hasta tal vez no te merezca. Pero quien le hace entender eso al corazón.
Ese 10 de Septiembre, cuando tu amor se acabó, tenía enfrente a una persona totalmente diferente. No eras la cosita hermosa la cual había conocido, ni la que me amó por tanto tiempo. Tu parte mala había salido a la luz, como ese ángel negro que viene a dar malas noticias. Lo aseguro. Y tiempo después lo comprobé: no eras vos. Ya no eras. Esa persona que estaba sentada a mi lado, devoró mis ilusiones, dejó caer mis suspiros, y ató a mi corazón contra una pared, para que ese francotirador, que me tenía en la mira hacía un largo tiempo, destruya todo tipo de esperanzas. Y yo que creía…
Caí muerto por dos semanas. Abría los brazos de espalda al mar, a punto de caer. Mis amigos me atajaron. Me sentía el peor, un fracaso. Y me hicieron sentir el mejor, fuerte como el hierro.
Recuerdo muy bien, previo a conocerte, antes de aquel viaje a Bariloche, que pensaba cómo sería la mujer de mi vida… Y cuando te conocí, te dije, que eras tal cual te había soñado. Y ahora que te perdí, digo y me pregunto: ¿Dónde estás mi amor? ¿En que queda todo esto?
En la nada. La vida es así.

Hoy sigo recorriendo las calles de esa ciudad. Siento que ese viaje en tren “para siempre”, me dio más aire. Mi nueva vida se forma de momentos, de llantos y besos. En cada paso que doy soy más iluso, pero más fuerte y hasta más tierno. Aprecio las cosas como si fueran únicas.
Mi sombra me empuja todas las noches. Mis ojos soportan la claridad del sol. Y mi corazón… Bien, gracias.
Permitime decirte que nadie te va a amar jamás, pero jamás, como lo hice yo. Con errores, con virtudes, fue el amor más puro que di en toda mi vida. Eso me hace feliz. Que lástima que no lo aceptes.

Ya está. Por hoy suficiente. El sol se movió unos metros de la ventana y el vaso vacío con restos de pulpa de naranja me pidió que comience un nuevo día. Los diarios dispersos me exigían que deje de escribir, y la pluma se enojó con migo: me obligó a dejar de pensar en ella. Cerré el cuaderno de los escritos, que por atolondrado lo titulé “solo” y acepté comenzar un nuevo día.
Te cuento que la ciudad está más maravillosa que nunca y es hora de hacer algo con mi vida.  Se muy bien, que ahora, nuevamente, voy a salir a la calle a lucharla, a sumar conocimientos, experiencia y desamores. Se muy bien, parado en la vida, que una vez más, tengo que improvisar.



Robbie Williams - She is the one



"I was her she was me
We were one we were free."

Ricardo Arjona - Se nos muere el amor



"Ay amor no te mueras
o muerete de un trancazo,
que no hay peor agonía,
que la que es de paso en paso."

Debbie Gibson - Lost in your eyes



"And if I can't find my way,
if salvation seems worlds away...
Oh, I'll be found,
when I am lost in your eyes."

jueves, 11 de noviembre de 2010

Cuando una vida, es algo más que una vida

La historia cuenta la desdicha de un muchacho, de no más de 25 años, que sufrió un gran problema. Llevaba una vida plena, llena de amistades, amores, colores. Pero cuando te toca te toca, y justamente él fue victima de tal atrocidad, que lo dejó en la cama de un hospital, en coma, para toda la vida.
Las sábanas blancas cubrían su cuerpo, el respirador artificial su potencial. Suero y cables por todos lados. El llanto de sus seres queridos retumbaba por cada pasillo.
Las horas pasaban, los días también, pero ya nada tenía sentido. ¿Qué es una vida sin vida?
Los médicos fueron claros y concisos. El paciente sufrió uno de los peores males que puede soportar una persona, y no hay remedio para eso.
Su familia mantenía las esperanzas, sus amigos le pedían a Dios por él.
En éstas ocasiones, todo parece terminado, aunque inconcientemente uno esté esperando otro desenlace. Sus padres sabían que había una chance.
Una chica bonita, de no más de 25 años había estado junto a él en una parte importante de su vida. Hay quienes dicen que ella fue la culpable de tal ataque al corazón. Otros dicen que ella simplemente se fue, porque amar le generaba miedo.

Me llevó unos cuantos meses investigar ésta historia, y lamentablemente no pude conseguir ni el nombre del chico ni de la chica. Nadie quiso revelar datos personales por alguna razón.

La historia continua en el mismo punto. Los días pasaban y nadie encontraba solución. Pero la madre, con la fuerza que tienen las madres, se propuso buscar la cura de la enfermedad. Su hijo no vivía, ya no era el mismo. Era difícil saber que aunque se encuentre en ese estado, su cerebro tenía la capacidad para recordar y sentir. La mamá sabía que podía conseguir algún elemento clave para poder sacar a su querido hijo de esa situación. Intuición pura. Revolvió toda la casa, buscando aquel elemento. Cajones, placard, escritorios. Se hacía difícil. Al parecer, ese dato había sido eliminado. Seguramente le generaba algún mal a su hijo. Ella, incansable, lo encontró. Una foto guardada en una cajita. Eran ellos dos, juntos, felices. El lado trasero tenía las iniciales de cada uno, con un “te amo” escrito con birome de color azul. La foto tenía un teléfono.
Ahí es cuando ella entra en escena. Con nervios atendió el llamado de esa madre desesperada, sabía que algo le había pasado a esa persona que tanto había querido en algún momento de su vida. Ella, perdida en los años, un tanto desconocida, menos dulce, más entera, aceptó la propuesta de ir a visitarlo.
Se acercó a él. Lo tomó de la mano, sus lágrimas inundaron sus ojos y ésta vez, le tocó a ella… recordar:

Aquella mañana soleada, cuando arriba de un micro lo vio a través de la ventanilla. Casi amor a primera vista. Aquel primer beso, único, inigualable, irrepetible, más que perfecto. La tarde en donde un “sí” significó ser novios. La noche, en que ansiosa le dijo que algo importante le pasaba: un “te amo”, sólido, dulce, para siempre. La primera merienda, la primera cena, el primer cumpleaños. Los besos, las caricias que hacían que todo parezca de otro mundo. Las salidas, los abrazos, las canciones. La compañía.
Tardes de verano, lluvias de otoño, cucharitas de invierno, olores de primavera. Ella sabía muy bien, que tenerlo a su lado era lo más lindo que le pudo haber pasado. Su corazón latía fuerte antes de verlo. Su cara, su pelo, su cuerpo. Más besos, más tardes, más noches. Vacaciones, paseos, comidas y sueños perdidos. Fotos, cartas, mails. Todavía recordaba y guardaba esa primera carta. Varias veces usó su short para dormir. Y extrañó, sin dudas, su perfume y el olor de su piel, incomparable, único, irrepetible.

Esa chica, de no más de 25 años, de ojos verdes, únicos, incomparables, irrepetibles, recordó todo en tan solo un segundo. Estaba en frente de la persona más importante que pasó por su vida, sus manos apretaban fuerte las manos de él. Y lloraba, como nunca lloró en su vida. Sabía que ya era tarde para recordar, entender y revivir momentos, que ella misma había tirado por el balcón, por el simple hecho de querer libertad, y “disfrutar” más de la vida. Esa chica, nunca entendió que significaba el amor, o simplemente lo subestimó. Tarde ya era, porque el chico no despertaría jamás.

Cuando decidí investigar ésta historia, fui en búsqueda de un final feliz. Pero temía que esto no suceda.

En la sala se encontraban ellos dos. Tuvieron su momento, un reencuentro poco deseado, inimaginable, pero reencuentro al fin. Ella lloraba, él no existía. Uno se da cuenta muy tarde que la vida entrega momentos felices para disfrutarlos, y no para olvidarlos. Y esa chica, de ojitos verdes, más linda que nunca, deseaba eso. Tan solo revivir un recuerdo más, tenerlo despierto, para poder decirle cuanto lo sentía, y que lo necesitaba nuevamente a su lado. La impotencia rodeaba su cuerpo, porque no podía hacer más nada que llorar, hablarle, y sentirlo. Nada más. El daño era irreversible y solo restaba esperar a que en algún momento Dios decida el destino de aquel pobre muchacho… Pobre muchacho…

Ese reencuentro le había partido el corazón a ella. Un sin fin de recuerdos le habían hecho entender que su destino era otro, y que deseaba más que nunca volver a estar con él. Pero ahora la vida le jugó una mala pasada, como anteriormente le había sucedido a su viejo amor.
Abrazó a sus padres, que siempre los sintió suegros, y se fue. Esa chica no solía hablar con nadie del tema, pero lo extrañaba todos los días, aunque nunca lo quiso reconocer.
Nuevamente sus vidas se volvieron a separar, para siempre, como la última vez.

La historia llega a su fin y es aquí cuando presiento un triste final.

Los meses pasaban, y no se veía cambio alguno. El chico seguía en el mismo hospital de siempre, en la misma cama, con el mismo mal. La chica, vivía a medias, y los 25 de cada mes lloraba, recordaba y volvía a llorar.
Hay quienes dicen que Dios decide llevarse a los buenos, para estar a su lado. Y éste pibe valía oro. Pero no fue así.
Increíblemente, un 10 de Febrero, el chico abrió los ojos. Justo cuando ella cumplía años. ¿Milagros o cosas del destino? No se sabe, pero el alma volvió a su cuerpo y sus padres y amigos volvieron a ser felices. Su recuperación parecía un éxito.
La madre nunca reveló que había encontrado la cura, pero sabía que había sido aquella chica.

Tiempo después, con él ya fuera del hospital y en muy buenas condiciones, su mamá le contó la verdad. Le dijo que había llevado a su único gran amor al hospital, con la intención de salvarlo. El muchacho lo sabía, lo había sentido, y recordaba permanentemente el perfume de ella, la suavidad de sus manos, y las tibias lágrimas que caían en su cuerpo.

Dicen que Dios se lleva a los buenos, y éste pibe valía oro. Al parecer, no es tan así. Dios le dio la chance de vivir una vez más, para volver a disfrutar, sentir, amar, equivocarse y volver a amar. Para aprender a valorar cada segundo, olvidar los males y poder soñar, más que nunca…

El chico volvió a vivir, volvió a sentir, pero no volvió a amar. Porque de hecho, nunca se había separado de ese sentimiento. Esa chica, de no más de 25 años, incomparable, única e irrepetible, era el amor de su vida, y no lo iba a poder cambiar.

Y es aquí cuando más temo que el final no sea feliz:

Después de tanto sufrimiento, tenía dos opciones: volver a verla, o dejarla libre. Él sabía que ella aún lo amaba, pero no le correspondía ir a buscarla. La vida es así, no somos dueños de nadie, ni podemos forzar algo que no es. Por eso, el chico, el de no más de 25 años, único, irrepetible, incomparable, decidió dejar las puertas de su corazón abiertas, por si algún día, ella, quisiera volver.


Sin Banderas - Mientes tan bien



"Cuando dices siento siento que eres todo,
cuando dices vida yo estare contigo..."

Arjona - Asignatura pendiente



"y de tu mano pequeña diciendome adios [...]
mi asignatura pendiente..."


Coti - Soledad



"Tuvimos nuestro pacto y no lo cumplimos,
y no es cuestión de culpas nada más..."

viernes, 5 de noviembre de 2010

Ser chico

Recuerdo cuando era chico. Solía veranear en Las Toninas con mamá y papá.
Que tiempos hermosos. Disfrutar la playa, jugar en la arena y patear la pelota eran mis principales obligaciones. Mi cabeza se ocupaba de la diversión, mis viejos de todo lo demás. No había preocupaciones, mis miedos eran pavadas y sufría solamente cuando se me rompía algún juguete.

Ser niño. Lo deseo con frecuencia.
Crecí. Pasaron amigos, novias, conflictos, regalos, virtudes. Pasó de todo. Y crecí.
Hoy soy grande. No soy más ese chico sin obligaciones. Ahora la vida se presenta de otra manera. Tenemos amores, problemas, deseos, satisfacciones, miedos, inseguridad, felicidad, odio, tristeza. ¿Tristeza? No sirve de nada mentir, tampoco ocultar lo que uno siente. Describir lo sucedido es remover los recuerdos situados en lo más profundo de mi corazón. Pero hay cosas que debo decir…
Estoy pasando por un largo proceso de cambios. Dedico parte de mi tiempo en pensar y entender donde estoy parado. El amor es así. Lo tenía todo, hasta que se te ocurrió dejarme. Las promesas, los deseos, la felicidad… todo se transformó en desgano, sueños de plástico, felicidad superficial. Me pintaste un amor para toda la vida, y me dejaste media hoja en blanco.
¿Qué pensar, qué decir, qué sentir? Sigo enamorado, aunque no te vea. Te sigo pensando aunque desapareciste de mi vida, y aunque ya no te importe… ni un poquito.
Por supuesto tengo presente el trato que habíamos hecho: Nos casaríamos en algún lugar exótico, sin avisar a nadie. Todavía me acuerdo el nombre de nuestros hijos, hijos que serán del viento. Es que la vida es así.
En el próximo amor voy a saber que nada es para siempre, y ya todo pierde su esencia.
Me hace mal saber de tu existencia, no puedo ver más tus fotos. Se muy bien que sos culpable de todas mis angustias, pero te quiero. Y te aviso, que el príncipe azul no existe. La perfección no existe. Yo te di mucho, pero se ve que no fue suficiente. Sonrío para no llorar.
Todavía le debés una comida a mis papás. Aquella que prometiste. Pero te ganó el desamor, el olvido, el no se qué.
Pido perdón si soy muy frontal, o si hoy soy menos dulce. Es que la semana estuvo difícil. Pero no hay nada que no tenga solución.

Dejame soñar, por un rato: Me subo al Renault 12 de papá. Mamá ya tiene preparada unas galletitas para el camino, y una exquisita tarta de jamón y queso para cuando lleguemos. Mi hermano y yo en el asiento trasero, con un bolso lleno de juguetes. Cuatro horas de viaje por delante solamente para divertirnos. Disfrutar que somos chicos.
Dejame seguir, un poquito más: Llegamos. El sol brilla. El olor único que tiene Las Toninas me hace sentir feliz. Papá se apura y acomoda los bolsos en la casa. Saca la pelota naranja con rayitas negras para jugar con mi hermano. Te juro que ninguno de nosotros era Maradona, pero jugamos el mejor partido de la historia (creo que gané como nueve a ocho).
Un poco más, un poco más, por favor: Llegamos a la playa. Papá pone la sombrilla, mamá acomoda las reposeras. Mi hermano sale corriendo al mar. Desde lejos me hace señas para que lo acompañe. Por supuesto que voy. El agua estaba un tanto fría, las olas pegaban fuerte, pero yo en el mar era feliz. Mamá desde lejos nos cuidaba mientras preparaba el royo para la cámara de fotos.

La playa era sagrada, mi familia es sagrada. Todo es perfecto cuando uno es chico. Soñar, jugar, vivir… Dejame ser una vez más, ese chico feliz, tímido, enamorado de la vida. Dejame serlo, aunque sea una vez más…





viernes, 29 de octubre de 2010

Seguros para el corazón

A veces cuesta escribir. Las ideas no siempre llegan a la cabeza claramente y esa distorsión complica las cosas. Pero lo intentaré…

Seguros para el corazón. Eso dice el letrero en el cuarto piso de un coqueto edificio en Avenida del Libertador, aquella avenida en la que circulábamos siempre.
Por supuesto decido entrar. Espero el ascensor, porque las escaleras me agitan. Llego al piso mencionado y en la puerta 407 veo otra vez el letrero. Me detengo y antes de golpear… mi cabeza se retira del lugar. Es un flashback, como en las películas. Todo lo vivido se convierte en algo que en segundos no será más que un pasado pisado, estropeado, gastado. Un pasado de otra vida, que no es más que mi propia vida.
Recuerdo lo que no quiero recordar, te vuelvo a amar por un instante y pienso en tus labios.
Ya pasaron días, minutos, segundos de que no estás ahí.
Tarde me acordé que era 25 de Octubre, como todos los 25 de cada mes. Ya no estabas, y me dio bronca. Pasamos por todas, soñamos, vivimos, lloramos y nos abrazamos. Siempre juntos. Y no se te dio por mandar un mensaje. Porque ya no te importo o vaya uno a saber porque.
Por eso todo lo que tiene tu nombre duele, y mucho. Duele el olvido, duele el amor, la desilusión, el cariño y hasta el futuro. No sos más esa persona en quien confiaba ciegamente. No serás más eso que amaba plenamente. No sos nada.
Sólo tu nombre se encarga de mis llantos, sólo un recuerdo se ocupa de partir en dos mi corazón y sólo tu amor, aquel que se fue corriendo como un ladrón robándole a un anciano, solamente ese amor, me hace sentir como si tendría las manos vacías. Por eso, hasta la inicial de tu nombre duele.
Sigo aprendiendo y te sigo sorprendiendo… Como aquella noche, la última, cuando me lo aseguraste. Pero de nada sirve que te sorprenda, porque nuestras vidas se separaron, perdiéndose en el ocaso.
Perdón… me fui por las ramas.
Vuelvo:

Decidido, golpeo la puerta. Una bonita secretaria, de no más de 24 años me abre. Espero en la recepción por algunos minutos.
Es mi turno. Me siento en el escritorio a dialogar con el encargado de la compañía:
- Necesito un seguro para el corazón, aquel que cubra todos los daños, o que los impida.
- Lamento informarle que la compañía no se puede hacer cargo de semejantes gastos, me contestan.
- No quiero sufrir jamás en mi vida por amor, ¿qué puedo hacer? Pregunté.
- La compañía, como cualquier otra, se encarga solamente de reparar el dolor, dependiendo del valor del producto. Lamentablemente no lo puede prevenir, concluye.

Me levanté un tanto enojado, otro poco angustiado y me fui.
Pensé que encontraría la solución justa a mis problemas, pero termino indignado.
Me voy caminando hasta el río, aquel río que ya no es lo mismo y me acuesto en el pasto a soñar. Cuando despierto me percato de nuevas cuestiones que no las había considerado antes. Me doy cuenta que los pájaros cantan un tanto distinto, que el viento sopla más fuerte, que la música no es la misma, que mi pelo está más rebelde que nunca, que mi hermano es un hombre, mis amigos más amigos, que mis razonamientos son más rebuscados y que hasta el relato de gol de mi equipo tiene otros matices.

Todo cambia en la vida, porque así son las cosas. La tierra no detiene su rotación un solo segundo en el año y todo se transforma. Y hoy me doy cuenta, que no existen seguros para el corazón, y que aquel hombre, el del escritorio (que se parecía mucho a mi viejo), no me quiso vender ningún “pack”, porque sabía que tengo que seguir caminando por la vida, caer, levantarme, volver a tropezar y levantarme una vez más… Y una más… Y una más…
El único seguro para mi corazón, o mejor dicho, lo único seguro que tiene mi corazón es a mi familia, a mis amigos. Lo demás va y viene y se pierde en el final del arco iris. Aquello que nunca podremos alcanzar, pero que sabemos que está. Como los recuerdos.

Keane - Everybody's Changing



____________________________________________________

Aparte de escribir, me gusta compartir buena música.

Aquí dos temas que vale la pena escuchar:

Como te extraño - Café tacuba



Tu sin mí - Dread mar I

jueves, 21 de octubre de 2010

El escritor inconcluso

El escritor se sienta delante de su computadora y decide escribir. Utiliza cada palabra con la mayor precisión posible. Toma un café, lo disfruta. Abre un libro, recorre una historia. Lo cierra. Pone música y siente. Cierra los ojos por unos segundos, y transporta su mente a otro sitio. Un sitio llamado recuerdos.
La música se detiene. Abre los ojos y vuelve a su más íntimo lugar. Se siente aliviado. Se detiene por un momento. Revisa su celular y encuentra el inicio de una nueva historia que él mismo fue anotando como recordatorio durante la semana. Son solo palabras, pensamientos y sentimientos.
El escritor apaga su celular. Se sorprende de cómo pasa el tiempo. Mira el reloj, que nunca se detiene. Se enoja (un poco). Decide sacarle las pilas porque el ruido de la aguja le molesta. Pero sigue funcionando. En ese momento se da cuenta, que nada ni nadie lo puede detener. Entonces comienza a escribir:

Como aquel día que sonreímos juntos. Como ese quiero ser. Lo se, mis chistes eran muy malos, pero vos te reías. ¿Será porque me amabas? Claro que si. Cómo dudar.
Nuestras vacaciones. Jamás las olvidaré. En especial las últimas. Las montañas nos rodeaban, el sol pegaba con fuerza, el aire era puro, la noche tierna. Nada soltaba nuestras manos. Caminábamos de día, recorriendo negocios, comprando pavadas, almorzando por ahí. De noche también salíamos. Le tenías miedo a los sapos. Me daba ternura, y muchas ganas de abrazarte. Paseamos en barco, nos sacamos fotos, y charlamos… largo y tendido. Todo hacía presuponer que seríamos pareja para toda la vida. En ese viaje casi lo confirmo.
Si regresara al mes de febrero sabiendo que siete meses después me dejarías libre, todo hubiese sido distinto. Por suerte no lo sabía, y te pude disfrutar, sin miedos.
Pero no solamente es eso. Mes a mes guardábamos algunos pesos para algún día poder viajar a Brasil. Qué lindo hubiese sido, ¿no?
Todo parecía muy perfecto. Los momentos en los que uno está de novio, vive cada segundo como si fuese el último. Es la esencia. Planear cosas era lo más maravilloso que había. Casi un ritual. Hasta seguramente lo previo era más intenso que el objetivo. De eso se tratan las cosas.
Pero hay más, no te aflijas.
Recuerdo aquella noche, en la que te llamé para avisarte que la luna llena brillaba como nunca: -Amor, salí al patio, mirá el cielo. ¿Ves como brilla la luna? Es para vos.
¡Que romántico! No fui yo quien creó la luna, ni tampoco quien la puso en ese lugar. Pero tuve esa genial idea, de que ambos, aunque no estemos juntos, miremos el cielo, la luna y las estrellas y seamos uno, por un momento.
Y todavía hay más… Pero lo guardo para otra noche.
Te invito a tomar un café, sentarte a mi lado y charlar. Estoy seguro que me darías un abrazo. Porque el amor es así de simple. Y complejo…
¿Cómo se fue todo de las manos? Lo mucho es poco, lo dulce es amargo y las palabras chocan, con total vehemencia.
La perspectiva cambia y las imágenes se tornan de otro color. Como una foto.
Los recuerdos se esconden detrás del escritorio y se pierden en la niebla de la noche por algunos días. Luego vuelven y duermen con migo.
Y los sentimientos se vuelcan indirectamente en éstas líneas. Para que decirlo…

El escritor concluye sin remate. Seguramente el final de las líneas se encuentren en la última página de su libro, o tan solo se las guarde en un sobre, el cual ubicaría en una cajita roja guardada en el lugar donde conserva sus cosas más importantes. También podemos pensar que no le importan los remates y que lo inconcluso es su terapia.
El escritor guarda su texto, toma el último sorbo de café (se ve azucar en el fondo de la taza), y apaga su computadora.
Se dirige hacia el reloj. Le devuelve sus pilas. Le da cuerda.
Prende su celular y configura la alarma que lo ayudará mañana a despertarse. Lo apoya en la mesa, toma las llaves de la casa, el abrigo y algunas monedas.
Se saca el traje de escritor, abre la puerta y sale a la calle, perdiéndose entre la multitud.
El escritor inconcluso vuelve a ser un simple mortal. Vuelve a la vida.
No concluye sus historias porque a cada segundo empieza una nueva. Y no hay tiempo, porque el reloj sigue corriendo.