jueves, 11 de noviembre de 2010

Cuando una vida, es algo más que una vida

La historia cuenta la desdicha de un muchacho, de no más de 25 años, que sufrió un gran problema. Llevaba una vida plena, llena de amistades, amores, colores. Pero cuando te toca te toca, y justamente él fue victima de tal atrocidad, que lo dejó en la cama de un hospital, en coma, para toda la vida.
Las sábanas blancas cubrían su cuerpo, el respirador artificial su potencial. Suero y cables por todos lados. El llanto de sus seres queridos retumbaba por cada pasillo.
Las horas pasaban, los días también, pero ya nada tenía sentido. ¿Qué es una vida sin vida?
Los médicos fueron claros y concisos. El paciente sufrió uno de los peores males que puede soportar una persona, y no hay remedio para eso.
Su familia mantenía las esperanzas, sus amigos le pedían a Dios por él.
En éstas ocasiones, todo parece terminado, aunque inconcientemente uno esté esperando otro desenlace. Sus padres sabían que había una chance.
Una chica bonita, de no más de 25 años había estado junto a él en una parte importante de su vida. Hay quienes dicen que ella fue la culpable de tal ataque al corazón. Otros dicen que ella simplemente se fue, porque amar le generaba miedo.

Me llevó unos cuantos meses investigar ésta historia, y lamentablemente no pude conseguir ni el nombre del chico ni de la chica. Nadie quiso revelar datos personales por alguna razón.

La historia continua en el mismo punto. Los días pasaban y nadie encontraba solución. Pero la madre, con la fuerza que tienen las madres, se propuso buscar la cura de la enfermedad. Su hijo no vivía, ya no era el mismo. Era difícil saber que aunque se encuentre en ese estado, su cerebro tenía la capacidad para recordar y sentir. La mamá sabía que podía conseguir algún elemento clave para poder sacar a su querido hijo de esa situación. Intuición pura. Revolvió toda la casa, buscando aquel elemento. Cajones, placard, escritorios. Se hacía difícil. Al parecer, ese dato había sido eliminado. Seguramente le generaba algún mal a su hijo. Ella, incansable, lo encontró. Una foto guardada en una cajita. Eran ellos dos, juntos, felices. El lado trasero tenía las iniciales de cada uno, con un “te amo” escrito con birome de color azul. La foto tenía un teléfono.
Ahí es cuando ella entra en escena. Con nervios atendió el llamado de esa madre desesperada, sabía que algo le había pasado a esa persona que tanto había querido en algún momento de su vida. Ella, perdida en los años, un tanto desconocida, menos dulce, más entera, aceptó la propuesta de ir a visitarlo.
Se acercó a él. Lo tomó de la mano, sus lágrimas inundaron sus ojos y ésta vez, le tocó a ella… recordar:

Aquella mañana soleada, cuando arriba de un micro lo vio a través de la ventanilla. Casi amor a primera vista. Aquel primer beso, único, inigualable, irrepetible, más que perfecto. La tarde en donde un “sí” significó ser novios. La noche, en que ansiosa le dijo que algo importante le pasaba: un “te amo”, sólido, dulce, para siempre. La primera merienda, la primera cena, el primer cumpleaños. Los besos, las caricias que hacían que todo parezca de otro mundo. Las salidas, los abrazos, las canciones. La compañía.
Tardes de verano, lluvias de otoño, cucharitas de invierno, olores de primavera. Ella sabía muy bien, que tenerlo a su lado era lo más lindo que le pudo haber pasado. Su corazón latía fuerte antes de verlo. Su cara, su pelo, su cuerpo. Más besos, más tardes, más noches. Vacaciones, paseos, comidas y sueños perdidos. Fotos, cartas, mails. Todavía recordaba y guardaba esa primera carta. Varias veces usó su short para dormir. Y extrañó, sin dudas, su perfume y el olor de su piel, incomparable, único, irrepetible.

Esa chica, de no más de 25 años, de ojos verdes, únicos, incomparables, irrepetibles, recordó todo en tan solo un segundo. Estaba en frente de la persona más importante que pasó por su vida, sus manos apretaban fuerte las manos de él. Y lloraba, como nunca lloró en su vida. Sabía que ya era tarde para recordar, entender y revivir momentos, que ella misma había tirado por el balcón, por el simple hecho de querer libertad, y “disfrutar” más de la vida. Esa chica, nunca entendió que significaba el amor, o simplemente lo subestimó. Tarde ya era, porque el chico no despertaría jamás.

Cuando decidí investigar ésta historia, fui en búsqueda de un final feliz. Pero temía que esto no suceda.

En la sala se encontraban ellos dos. Tuvieron su momento, un reencuentro poco deseado, inimaginable, pero reencuentro al fin. Ella lloraba, él no existía. Uno se da cuenta muy tarde que la vida entrega momentos felices para disfrutarlos, y no para olvidarlos. Y esa chica, de ojitos verdes, más linda que nunca, deseaba eso. Tan solo revivir un recuerdo más, tenerlo despierto, para poder decirle cuanto lo sentía, y que lo necesitaba nuevamente a su lado. La impotencia rodeaba su cuerpo, porque no podía hacer más nada que llorar, hablarle, y sentirlo. Nada más. El daño era irreversible y solo restaba esperar a que en algún momento Dios decida el destino de aquel pobre muchacho… Pobre muchacho…

Ese reencuentro le había partido el corazón a ella. Un sin fin de recuerdos le habían hecho entender que su destino era otro, y que deseaba más que nunca volver a estar con él. Pero ahora la vida le jugó una mala pasada, como anteriormente le había sucedido a su viejo amor.
Abrazó a sus padres, que siempre los sintió suegros, y se fue. Esa chica no solía hablar con nadie del tema, pero lo extrañaba todos los días, aunque nunca lo quiso reconocer.
Nuevamente sus vidas se volvieron a separar, para siempre, como la última vez.

La historia llega a su fin y es aquí cuando presiento un triste final.

Los meses pasaban, y no se veía cambio alguno. El chico seguía en el mismo hospital de siempre, en la misma cama, con el mismo mal. La chica, vivía a medias, y los 25 de cada mes lloraba, recordaba y volvía a llorar.
Hay quienes dicen que Dios decide llevarse a los buenos, para estar a su lado. Y éste pibe valía oro. Pero no fue así.
Increíblemente, un 10 de Febrero, el chico abrió los ojos. Justo cuando ella cumplía años. ¿Milagros o cosas del destino? No se sabe, pero el alma volvió a su cuerpo y sus padres y amigos volvieron a ser felices. Su recuperación parecía un éxito.
La madre nunca reveló que había encontrado la cura, pero sabía que había sido aquella chica.

Tiempo después, con él ya fuera del hospital y en muy buenas condiciones, su mamá le contó la verdad. Le dijo que había llevado a su único gran amor al hospital, con la intención de salvarlo. El muchacho lo sabía, lo había sentido, y recordaba permanentemente el perfume de ella, la suavidad de sus manos, y las tibias lágrimas que caían en su cuerpo.

Dicen que Dios se lleva a los buenos, y éste pibe valía oro. Al parecer, no es tan así. Dios le dio la chance de vivir una vez más, para volver a disfrutar, sentir, amar, equivocarse y volver a amar. Para aprender a valorar cada segundo, olvidar los males y poder soñar, más que nunca…

El chico volvió a vivir, volvió a sentir, pero no volvió a amar. Porque de hecho, nunca se había separado de ese sentimiento. Esa chica, de no más de 25 años, incomparable, única e irrepetible, era el amor de su vida, y no lo iba a poder cambiar.

Y es aquí cuando más temo que el final no sea feliz:

Después de tanto sufrimiento, tenía dos opciones: volver a verla, o dejarla libre. Él sabía que ella aún lo amaba, pero no le correspondía ir a buscarla. La vida es así, no somos dueños de nadie, ni podemos forzar algo que no es. Por eso, el chico, el de no más de 25 años, único, irrepetible, incomparable, decidió dejar las puertas de su corazón abiertas, por si algún día, ella, quisiera volver.


Sin Banderas - Mientes tan bien



"Cuando dices siento siento que eres todo,
cuando dices vida yo estare contigo..."

Arjona - Asignatura pendiente



"y de tu mano pequeña diciendome adios [...]
mi asignatura pendiente..."


Coti - Soledad



"Tuvimos nuestro pacto y no lo cumplimos,
y no es cuestión de culpas nada más..."

5 comentarios:

Rafiux dijo...

..."La vida es así, no somos dueños de nadie, ni podemos forzar algo que no es".. Hay una pelicula que por ahi muchos piensan es re chota y aburrida se llama "Día de los enamorados" pero hay una parte del guion que logre rescatar al final de la pelicula y dice asi:" we're not taught the one thing that could save ourselves, our friends, our families countless hours of confusion, despair, and speculation. That sometimes the happy ending...is just moving on." y sigue así: "Or maybe the happy ending is this: Knowing that through all the unreturned
phone calls and broken hearts...through all the blunders and misread signals...through all of the pain and embarrassment...you never, ever gave up hope".
Muy Bueno Lean lo que escribiste, deja muchas cosas en las cuales reflexionar!

Nico Pisano dijo...

"Esa chica, nunca entendió que significaba el amor, o simplemente lo subestimó". Creo que nadie sabe lo que significa el amor y que todos alguna vez lo subestimamos, sea abandonando a alguien o pensando que de verdad entendemos algo del asunto.

Muy bueno!

Anónimo dijo...

Con un nudo en la garganta te digo que es muy lindo este post! me gusto muchisimo...
Debi =)

Pablito Lancone dijo...

Que bueno esto de compartir palabras, formas de vida, sentimientos al fin...
Devuelvo la gentileza, porque como bien dijiste, siempre uno se lleva algo.
Gracias por compartir! Ahora también soy tu seguidor!

Yelen dijo...

sin palabras, pienso, creo saber que escribir, pero no encuentro palabras afirmantes o exactas para explicar lo que siento o pienso al leerlo, es tan duro el destino, la caida tan dolorosa...en fin
muy buen escrito, sentimientos abiertos, desde ya un fuerte y cordial abrazo