viernes, 5 de agosto de 2011

Hasta siempre

Hace poco perdí la cuenta, pero siempre llevé los días contados. Unos doscientos. Un poco mas, seguramente. Pero decidí cortar con esa linealidad. Prefiero contar otro tipo de cosas. No sé, tal vez anécdotas, risas, rencores y días de verano.

Cuantas cosas hacemos mal. Pero cuantas nos hacen bien.
En vísperas de la primavera, un amor me dejó sentado, muy solo, en la vereda. Con las valijas en la puerta. Y como buen perdedor, decidí escribir… Cantidades ilimitadas de palabras que a cada segundo cambian de color y de significado, haciendo que los versos sean mas duros, pero lindos.

¿Cómo resumo media década de amor?

No es tan fácil. Siempre intenté dar pasos sin pasarme del marco que me indica hacia a donde llegar. Pero cada tanto, es bueno comenzar por el final. Recordar rápidamente ese trago amargo, para luego dejarlo ir, y que tan sólo sea mi refugio, para esos días en que necesitamos llorar.
En este último texto, digo último porque necesito una renovación, procuraré soñar un poco, e inventar un último adiós, que dure para siempre. Un simple “chau” con un “jamás”, que nadie sabe si será tan certero como algunos queremos. Porque olvidar cuesta, pero despedirse un poco más.

La puerta de tu casa estaba abierta. Pero antes me topé con tu perro en el jardín. Un par de caricias calmaron su ansiedad, y la mía también. Tu tío, que nunca fue pintor, adornaba y reparaba las paredes de tu casa, justo ese día, en el que el tren me dejó a unas cinco largas cuadras para ganarle a los nervios y visitarte por primera vez. Esa tarde, incluso, podía ser la gran ocasión en que tu familia me acepte o me destituya de tu corazón sin grandes fundamentos.
Perfumada, divina y sonriente me esperaste, y un tímido “permiso” bastó para que me dejes acceder a tu casa, a tu vida y a tu alma.
¿Por qué tenemos que comportarnos tan extraños cuando nos gusta una persona?
Esos primeros diez segundos en tu cuarto fueron eternos. Para recordar, o para revivir. Ese fue el momento justo en el que no sabía que decirte y no nos quedó otra opción que mirarnos, reírnos y volvernos a mirar. Desinteresándonos completamente de los misterios de la vida. Porque sólo importabas vos, importaba yo.
Fue un día maravilloso, de esos que nadie se quiere perder. Y yo estuve allí. Descubriendo que ambos nos amaríamos para toda la vida. Sabiendo que casarnos era cuestión de algunos años y que nuestras vacaciones juntos no tardarían en llegar. Fotos, besos, pasiones, poesías y abrazos se proyectaban por el techo, como si todo fuera un film norteamericano.
No estábamos tan equivocados. El amor nos creó auténticas ilusiones que fueron luego, herramientas indispensables para construir victorias, encuentros y días de felicidad.
Pero jamás nos percatamos que eso divino y perfecto tenía fecha de finalización. Inexplicable para la razón humana. Exorbitante para nosotros, los enamorados.
Y ahí, en esa misma pieza, donde nos conocimos, nos amamos, y me permitiste ser tu hombre, me dijiste que ya no me querías. Que jamás me olvidarías, pero que tu corazón era otro. Ese primer encuentro, que fue el último, me hizo ver la realidad, y entendí que la vida es una constante de sorpresas y futuros desarmados. Pero es una perfecta ficción, para soñar y volverse a animar. Que nos entrega un mapa en blanco, para que las calles sin nombres puedan ser recorridas sin precauciones, con algunos lujos y otras cuestiones.
Allí, en tu cuarto, donde tu familia me había dado el sí, vos me empujaste, hacia un nuevo mapa. Pese al llanto, tu perro seguía moviendo la cola, y vos, ya no tan perfumada y de carita triste, me abrazaste con un “hasta siempre”. Y decidí no guardarme el sentimiento, y me fui, avisando que iba a extrañar mucho, pero mucho, dormir con vos.

Ya no hay tiempo para reflexiones. No hay películas para abrazarte. Pero hay días soleados, amigos locos y gente rebelde que acompaña nuestras desventuras.

¿Qué puedo decir? Los enamorados no nos quejamos. Agradecemos conocer tal sentimiento. Pero el reloj me marca que no es hora de cursilerías, y que extrañarte y recordarte no ayuda en lo más mínimo.
Que bueno que el viento me llevó para otro lado. Realmente tenía muchas ganas de conocer nuevas vidas, risas verdaderas y otros textos. Tal vez para apreciarme como persona y entender mi vida.
Sin hacer trampas, no intentaré adelantar el tiempo y romper viejas cartas.

Me sentaré, entre mates y cervezas, a cambiar mi mundo. Y aunque las palabras de mis textos intenten decir otra cosa, hoy te daré esa sonrisa, para que no pienses que estoy solo.

Goodbye my lover - James Blunt



Goodbye my lover, goodbye my friend.
You have been the one, You have been the one for me.

viernes, 27 de mayo de 2011

La última foto juntos

Te encontrabas sentada en el sillón, con esa sonrisa aplacante, cómplice de un futuro ajeno a mi vida. Tus piernas cruzadas, y tu mano izquierda sosteniendo la mía. Nuestros anillos chocando y luciéndose en el living.
Mamá haciendo esas cosas que sólo las madres hacen. No se por qué, buscó la cámara de fotos, y decidió tomarnos una. Quizás para el recuerdo, tal vez para el olvido.
Vos estabas hermosa como siempre y yo recién afeitado. El flash disparó, con sonrisas de por medio, y en ese instante, nuestras vidas acorraladas por un solo sentimiento pasaron a través de nuestros ojos.

Escondías un temor inconsciente que no te dejaba amarme. Eras feliz de a ratos.
Supongo, que tu vida estará hecha de amores efímeros. La mía también.
La luz de la cámara nos empujó hacia ese mundo que rozaba con lo irreal, pero no lo era. Recordamos esa aventura nocturna en tu casa, que con unas copitas de más, reímos hasta la puesta del sol. Revivimos momentos en los que yo era un hombre y vos mi mal criada. Competíamos en secreto, y vivíamos al límite. Siempre intentando no dejar caer las cosas que estaban en el borde de la mesa. Mientras tanto tomábamos helados, mirábamos películas y discutíamos por celular.

Solías ser ingenua, para creerte más completa. Todos los días escapabas de la rutina, pero caías en la monotonía. Y así entendimos que había cosas que no debíamos compartir.
Porque los lunes, en tu cama, mis besos sobraban; los tuyos se ausentaban.
Porque los sábados yo te amaba, y vos dormías. Y porque mi perfume olía más rico fuera de tu vida.

Es así como las cosas se van cayendo… Caminar abrazados me resulta una ecuación muy compleja, que no se como resolver. Mirarte a los ojos sólo sería un castigo, y hacerte el amor, un cuento de ficción que no merece ser leído.

Tu amor es un veneno. No pensarte, el antídoto.
Cada vez caminamos más lejos y nos olvidamos más rápido. Mi sombra carece de vida, pero entiende mejor que yo, cada paso que doy.

El flash de la cámara se impregnó en mi vista, y me dejó ciego por algunas milésimas. Todo volvió a la normalidad, y recién ahí pude entender que fuimos un amor único, de esos que suceden todos los días, en cada rincón de nuestras ciudades.

Esa tarde la recuerdo, porque a las pocas semanas, luego de tu partida, volví a ver esa imagen en la que estábamos todavía allí, sonriendo, sin pensar en otra cosa.
Esa tarde y ese sillón, fueron cómplices, de nuestra última foto juntos.

Pastillitas del olvido - Tan bionica




"yo creo que el olvido es una fantasía..."

"Yo, que te di todas mis noches a vos, sin lamentos ni
reproches..."

martes, 19 de abril de 2011

La calle del olvido

Descubro con el paso del tiempo, que definitivamente ya no estás. Y me vuelvo a sentir como en esos primeros días de libertad. Donde la representación más sencilla es un callejón oscuro, un día de lluvia, perdido en una grande ciudad. La más grande, por cierto.
El alma duele, y se rompe con el viento. Cuento los días para verla sanar. Y espero ese mensaje que no quiero recibir, y deseo cruzarte pero no verte, o soñarte pero no despertar jamás.

Un descuido sin agenda me llevó a sentir un perfume, mezclado con el olor de tu piel. Mi inconsciente me trajo un recuerdo tuyo muy preciso y real. Pero afortunadamente se fue rápido, con la ayuda de los quehaceres que sostienen la vida en pie.

Acumulo papeles sobre la última fotos juntos, aquella que íbamos a revelar. Entierro los anillos, las cadenas y los recuerdos, cada vez más en el fondo del placard. Y me borro a golpes de la mente esos recuerdos que la puerta cerró y que aún no termino de entender.

Y llega ese momento en el que el día vuelve a empezar. Me levanto de la cama, ato los cordones de mis zapatillas, me mojo un poco la cara aunque el agua se sienta congelada en la mañana, tomo una campera, la mochila (que a veces pesa por demás) y salgo a la calle.
Algunos la apodan “la calle del olvido”, porque por allí circulan todos los que alguna vez se sintieron vacíos, faltos de amor. Las cuadras son amplias, largas y casi no pasan coches. Los carteros no llevan la correspondencia y el pibe del semáforo no vende una sola flor. Las palomas picotean migas de pan en las esquinas, los celulares no suenan y los labios secos y faltos de besos abundan por ese lugar.
Pero no hay opción más intolerante que seguir caminando, a la espera que un cruce peatonal indique que la calle del olvido termina y así conseguir un abrazo en la esquina, unas manos que sequen las lágrimas y un “te quiero” que irrumpa sin previo aviso…
El hecho de que aquel camino sea tan largo y la espera tan extensa e interminable, hace que cada caminante se empape de sabiduría, paciencia, experiencia, bondad y esperanza. Para luego, sentirse listo y conforme de abandonar aquella calle, en la que es difícil encontrar la salida.
En esos pasos que voy dando, descuido amores, destruyo la belleza de las flores, lloro con mi música, y me escondo detrás de los árboles cuando siento miedo.
Aunque no tenga un mapa que me guíe e informe cuanto falta, siento que queda menos por recorrer y poder sonreír. Pero mientras tanto, aprovecho y me siento en el cordón. Tomo el cuaderno de notas de la mochila y escribo algunas líneas que mañana significarán otra cosa para mi y me ayudarán a saber donde estoy parado. Y en ese momento, es cuando más me duele recordar decir a mamá cuanto la quería como nuera.
Mejor cierro el cuaderno, para escribir otra historia, alguna más linda, más dulce. Pero hoy no. Tal vez otro día.

Con la mochila en mi espalda y la campera al hombro sigo adelante. Conociendo aún más desamores e historias que me sorprenden. Ya no quiero más escuchar el murmullo de tu voz recorriendo mi vida. Necesito continuar, por el tiempo que sea necesario, por la calle del olvido.


You're Beautiful - James Blunt



"But I won't lose no sleep on that,
'Cause I've got a plan"

viernes, 11 de marzo de 2011

La plaza

La plaza, es el lugar perfecto elegido por las parejas. Actúa inevitablemente de confesionario, se asegura de unas buenas tardes de mate, tal vez peleas, llantos y amores. Seguramente los árboles sean parte de las reconciliaciones, primeros besos y algún que otro último adiós.

Hablar de este sitio tan especial puede generar controversias, pero cada lector sabrá que pensar en una plaza es volver el tiempo atrás. Recordar y recorrer historias únicas deseosas de un retorno fructuoso o de un alejamiento definitivo, que nos deje en paz.

Sucede que algunos somos poco tolerantes, empalagosos de afecto y sobreprotectores de costumbre. Quizás seamos un poco torpes, pero la bondad y el amor nunca falla. Revivir momentos también implica describirnos con defectos y virtudes.
Volver el tiempo atrás señala tu recuerdo.
Es que la plaza tiene esas cosas. Ganar y perder al mismo tiempo. Sentarse cruzados de piernas sobre esos bancos de cemento un tanto fríos, un poco incómodos. Comer un chupetín y compartir piquitos en secuencia, casi faltándole el respeto a la ternura. Charlar en las tardes, y agarrarnos de la mano. Ver como el dueño de la calesita mueve la sortija para que ese niño afortunado obtenga una vuelta más. Apreciar como esa pareja semi-perfecta cuida a su bebé. Y en ese momento nos miramos y los dos pensamos lo mismo.

Es que la plaza tiene esas cosas. El poder verdadero de sacarnos del apuro cuando la rutina nos aburre. Frecuentar más en invierno que en verano, porque el frío nos devuelve a casa para compartir esas cucharitas que nos alejan rápidamente de esos vientos polares.
Tiene la fuerza y la certeza de que el amor es auténtico y de maravillar como nunca la intensidad del color de tus ojos.
Y llega un momento en que esos niños jugando, esos abuelos cuidando, esos perros revolviendo basura desaparecen, y somos sólo vos y yo. Tu cara un poco fría y los labios morados retornan a su color original cuando ese beso detiene el mundo y el corazón revienta de alegría.

Es que la plaza tiene esas cosas. Lo tiene todo. Que se yo. Escribir éstas líneas hicieron remontarme a aquellas tardes que fueron únicas.

El amor no se da cuenta de avisarme que ya no estás.

El verano me dio tardes y noches de playas. A veces me acordaba de vos…
Aún conservo la cartuchera que me regalaste que tiene inscripto un “te amo”. Cada vez que la abro para sacar una lapicera, un mar de recuerdos moja mi cara y mi cabeza.
No se si lo merezcamos, pero en el primer día fresco y nublado del otoño voy a querer besarte en la mejilla. Tal vez te pase lo mismo. Y te voy a extrañar.

El verano me dio tardes y noches de playas. Pero la plaza tiene esas cosas. Cosas propias y auténticas que se guardan en el pasto para que una nueva pareja, siempre de la mano, hagan reflotar y comprueben empíricamente que este humilde escritor no estaba tan equivocado.


The Cure - A Letter To Elise



"But I just can't hold my tears away
the way you do"

jueves, 17 de febrero de 2011

El chico que juró nunca más besar.

Joaquín Doquier se sentía afortunado. La chica más maravillosa del mundo estaba a su lado. Todo salía tan perfecto siempre, que no necesitaba recordarle lo mucho que la amaba cada noche. Los viajes, los sueños, las miradas. Todo parecía una fantasía. Pero era real.
Disfrutar de su novia era todo un hecho. Pasear, dormir, respirar nariz con nariz y hasta cocinar, eran costumbres en esos tiempos dorados.
La casa, los hijos, el casamiento eran días contados y tachados en el almanaque.
Hasta que ella soñó algo más que terrible. La vida pasó caminando y le dijo que tenía que aprovechar otras vivencias, para que su madurez termine un ciclo.
Ella, confundida, un tanto arrepentida dejó a Joaquín. Se marchó sin pretextos, sin certezas, y jamás regresó.
Él… era de esperarse… corazón fundido y desganado. Vidas futuras desaparecidas, tiradas abajo. Fue cuando entonces, Joaquín juró que no volvería a besar a nadie más en toda su vida.
¿Decisión apresurada? Tal vez, pero tomada al fin.

Los meses pasaron y Joaquín no conoció otros labios. Hasta que un día, esa princesa tan esperada en el cuento, apareció.
Su boca era el mar en el verano, su pelo travieso, más que perfecto. Y sus ojos hablaban.
Joaquín sintió que su corazón volvía a latir, pero las promesas son promesas.
El chico, un tanto atrevido para la ocasión, no la besó. Devoró sus labios.

Solemos prometer, maldecir, dañar e ilusionar cuando nos sentimos fuera de lugar. Somos crueles de costumbre, y las heridas quedan. Cicatrizadas seguramente. A veces es mejor pensar dos veces las cosas antes que manejarnos por impulsos.

Eso intentará Joaquín.
Hoy junto a esa chica, no se preocupará por construir futuros, sino momentos.

U2 - With or without you



"My hands are tied.
My body bruised, she's got me with,
nothing to wind and
nothing left to lose"

lunes, 7 de febrero de 2011

Prohibido amar en Camcan

En el extraño pueblo de Camcan, donde sus habitantes se alimentan de comidas frías, vivió Alejo, aquel chico que nunca se había enamorado por miedo a sufrir.
Geógrafos, aseguran que el pueblo verdaderamente existe, pero nadie ha llegado hasta allí. Expertos, sostienen, que se encuentra rodeado por cuatro mares, y que en el último siglo no se ha visto muelle alguno. Las tormentas no son peligrosas, y el sol brilla durante todas las mañanas, sin excepciones.
La inexistencia de automóviles, políticos, sistemas capitalistas, empresas, desorden y contaminación, hacían de Camcan, un lugar único para vivir.
Pero como en todo sitio, la perfección absoluta no existe. El miedo también formaba parte de cada uno de sus habitantes. Y no es precisamente temor por algún animal feroz, ni por enfermedades, ni tampoco por la existencia de dioses, diablos, religiones o culturas.
Lo que hacía que las personas no vivieran completamente felices, era el amor.

Para muchos sería impensado ser infeliz por miedo a enamorarse. Otros dirán que el amor es la base de la felicidad. Pero lo cierto es que en éste pueblo, el amor era terror.

Las leyes locales habían prohibido mencionar dicha palabra y todo lo relacionado a tal concepto. Las autoridades no necesitaban controlar inapropiados ya que cada uno de los lugareños entendía esa desdicha a rajatabla.

Alejo llevaba una vida más que normal, hasta que un día se topó con la mujer más maravillosa nunca antes vista. Dicen, los sabios de la materia, que esa chica era más bella que los ángeles que iluminan los cielos a la noche, que el perfume en su piel generaba escalofríos a los mares y que el caribe se sentía avergonzado y con falta de belleza cuando sus playas eran comparadas con la sonrisa de aquella maravilla.
Alejo sentía que su vida estaba acabada ya que los ancianos siempre contaban que la última persona que se había enamorado en el pueblo, no habría resistido a tal sentimiento. El pobre desgraciado de esa historia había sufrido la explosión de su corazón en pocas semanas debido a tanto sufrimiento. La luna, después de semejante atrocidad, se distanció del sol tras una pelea a muerte, y no se han cruzado nunca más en el cielo para no morir de amor. Hasta el cantante más famoso de Camcan decidió prender fuego su guitarra y perderla en un arrollo.

Camcan era un pueblo un tanto particular, típico lugar para el reflote de historias. Y Alejo, decidió no ser parte de una más. Su corazón estaba a punto de enamorarse de aquella increíble mujer, hasta que finalmente tomó la decisión más difícil: se acercó a la fuente de los deseos, esas que nunca fallan, y pidió por si mismo. En primer lugar, solicitó perder la vista, ya que sus ojos se perdían en el limbo cada vez que esos cabellos rizados se acercaban. Luego imploró perder el sentido del olfato, dado que el perfume que esa muchacha llevaba enamoraba a las flores y marchitaba a los jazmines de la zona. Por último pidió olvidar… para siempre…
La vida de Alejo se transformó en un callejón oscuro y triste. Y nada volvió a ser igual.

Ese día, su hermano Pedro, aprendió la lección. Infringió todas las leyes de Camcan, se burló de las leyendas, y se enamoró ciegamente de una mujer.
Pedro nunca se había sentido tan feliz. Aprendió a querer, a extrañar, a admirar, a celar, a llorar y a reír. A los dos meses su corazón reventó en mil pedazos. Pero Pedro, siempre supo que antes de morir, debía amar, porque sino la vida no tendría sentido.

Hay quienes dicen que en Camcan nadie se volvió a enamorar. Los más ancianos, ahora aseguran que la luna se acercó al sol y que cada vez se aprecian eclipses más seguidos.

Y los sabios de la cuestión, faltos de certezas, comentan que no se sabe por cuanto tiempo se puede amar, pero sostienen, casi con seguridad, que es un acto maravilloso.

The Beatles - Yesterday



"...Yesterday love was such an easy game to play,
now I need a place to hide away..."

lunes, 17 de enero de 2011

Sueño

Pertenecemos a un mundo en el que el futuro es lo más inestable y poco seguro.

Y proyectar hacia el futuro es pensar en el presente, encubriendo el pasado.
Somos conejillos de la india, hasta en el amor. Nos quieren, nos lastiman, nos abandonan. Nos analizan. Lloramos, sufrimos, nos destruimos, y volvemos a comenzar. Así, tan pronto, como si todo fuese una nueva prueba, un nuevo estudio científico o sociológico.
Nos apropiamos de los sabores más intensos, para luego explotar y desaparecer. Construimos futuros que no serán, y solemos vivir del pasado. De recuerdos, de lindos momentos. También vivimos el presente, intentando ser auténticos, pero nos damos cuenta que eso no es más que formar parte de una sociedad que nos conduce hacia la falsedad.
Nos exigimos constantemente estar bien, y nos equivocamos en cada segundo. O tal vez no pensamos, no sentimos, no existimos.
Todos necesitamos vivir con amor, pero no del amor. La verdad es parte de esa realidad, que casi nadie quiere ver. Pero que allí está.

Y por esas razones, decidimos… Soñar.

Que fácil es. Que triste a veces, es caer en lo cotidiano.

Anoche soñé que teníamos un hijo. El sueño de mi vida de tener un varón se estaba por cumplir, y vos eras la madre. Te sentabas en la cama y me mostrabas unas bolsas. Ya le habías comprado el babero, unas medias, la pelota y la camiseta de River. Te besaba la pancita. Que feliz fui por poco tiempo. Se daba, en ese momento, la inconmensurable alegría de estar a tu lado otra vez, y saber que seríamos padres tal como lo habíamos planeado y prometido durante cuatro años. Todo era una perfecta realidad. Tan perfecto, que cuando desperté, creí por unos minutos, que todo era cierto. Fue muy fuerte. Un sueño más que intenso.

Y nuevamente retornamos. Fueron imágenes que el cerebro creó, sólo para recordarte unos minutos. Tal vez fue el corazón. Quizás fuiste vos, desde donde quiera que estés…

Y de una manera tan fría y áspera como es despertarse, nos damos cuenta que todo se esfumó. Caemos de un noveno piso muy fuerte contra el suelo. Ese piso duro que dice que no te tengo, que no serás la madre de mis hijos, y que afirma que no nos vemos hace unos cuatro meses.

Tendemos a esconder nuestros sentimientos y a ocultar los miedos. Tememos al fracaso y a lo ridículo. Recorremos ríos desbordados de derrotas y paisajes de feos otoños.
Pero siempre sale el sol a la mañana siguiente, con renovadas esperanzas, ideas, visiones y sueños.
Pensamos que toda nuestra vida es una obra de teatro en la que somos los principales actores. Sucede, a veces, que el guión no es tal cual lo queremos, y que el público no siempre aplaudirá.

Pertenecemos a un mundo en el que el futuro es lo más inestable y poco seguro. Proyectar hacia él es pensar en el presente, encubriendo el pasado.

¿Y que voy a hacer?, ¿sentarme en la silla del director, y esperar a que la obra comience?

Es verdad que el destino es incierto y que nos vemos influenciados por una gran cantidad de factores que intentan alejarnos de la felicidad. Pero soñar, imaginar, y sentir es más que especial.

Sueño, con esa casa, tu compañía y mi alegría. Imagino, que en diez años, estaremos ahí, tal como lo habíamos planeado, para decidir ser felices nuevamente.
Sueño con vos, con nuestros hijos y con nuestras vidas.
Sueño, con un futuro.

Arjona - Cuándo



"¿Cuándo, cuándo fue la ultima vez
que te quisieron tanto?"


Sabina - Y sin embargo




"Y me envenenan los besos que voy dando y, sin embargo, cuando duermo sin ti contigo sueño [...]"

sábado, 1 de enero de 2011

El poder de las palabras

Cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia...

El agua arruga mis dedos. El viento arenoso seca mi cuerpo. El short me moja las piernas. Tiemblo un poco por el frío aunque el calor es infernal. Pero esa mezcla entre mar, sol y aire puro, es especial. No hay dudas.
Los lugares únicos son fragmentos de mi vida. Colaboradores de reflexiones, cómplices de recuerdos.
Con cada paso que doy y cada noche que vivo, me llevo un aprendizaje pero me lleno de contradicciones, que son claves para entender que la vida es un vaivén, y que está llena de maniobras sinuosas. De hecho, suelo pensar que las palabras son innecesarias y que el silencio clarifica. Pero hoy entiendo que cada frase o discurso tiene un valor significativo.

Hace casi cuatro meses que no digo “te amo”, pero estoy seguro que un con humilde y afectuoso mensaje puedo hacer revolver las paredes más oscuras de tu corazón. Puedo lograr en vos un estado de armonía que no lograría nadie, con el simple hecho de llamarte y decirte “hola” y hasta consiga hacerte reír y extrañarme con un profundo “te quiero”.

Se que transitamos por caminos distintos, pero a veces pienso que estamos unidos más que nunca. Que ni el desamor, ni la rutina, ni el paso del tiempo puede separarnos. Que nos tomamos vacaciones, un merecido descanso, para luego retornar a nuestras casas y entender que la suma de uno y uno no siempre es dos y que las matemáticas no son exactas.
Pero también entiendo que en la vida hay que soñar y vivir para que nuestras almas se carguen de energías. Y esas energías provienen de distintos lugares, vivencias, besos y mares. La libertad llena los pulmones fervorosamente, para que después exhalemos y seamos presos de un amor o un afecto que nos haga sentir felices.

Cada paso que doy en la arena veo una foto rota a pedazos. Acerco mi mano al piso y levanto esa parte en la que se ve tu cara sonriendo. Y me acuerdo de lo feliz que fuimos cada segundo que vivimos juntos. Y aunque tu vida sea otra, tu dios no sea el mismo que el mío, tu corazón se dedique a otra cosa, tus ojos se llenen de lágrimas, tu soledad y libertad te hagan sentir feliz, y aunque esperes con ansias esas vacaciones planeadas con tus amigas, darías todo por volver a abrazarme, besarme y escaparnos. Y que el mar, sea testigo fiel de que una vez más, las palabras tienen un poderío inconmensurable.

El viento no se llevará las palabras y el mar jamás podrá borrar aquel “te amo” escrito en la arena cuanto apenas tenía diecinueve años.

Aunque el sol queme mi espalda y mis hombros, me quedaré sentado en los médanos, con mi mirada fija hacia el mar.
A lo lejos te veo corriendo, salpicándome con el agua, hasta que la lucha se acaba con un sencillo, pero formidable abrazo.
Y al oído te digo…
Bueno, eso que revolvía a tu corazón…

El poder de las palabras…
Leandro Sebastian.

Simply Red - If You don't know me by now



"Just trust in me like I trust in you,
as long as we've been together it should be so easy to do..."


Oasis - Don't look back in anger



"Take me to the place where you go,
where nobody knows if it's night or day..."