Tres meses sin dormir y un pastillero vacío para florear la situación, decoraban tu estado de ánimo. Presión que elegías guardar por temor y vergüenza, por dependencia y obsesión. Tu cara no era la más feliz, pero llevabas un acting digno de Hollywood al hacerme creer que me amabas.
Yo planificaba y vos sorteabas con precisión un fin más que anunciado, solo para no hacerme sufrir. Inconscientemente lo presentía, pero abusaba de mi mismo al intentar recrear a la parejita feliz. Como detenerme si el amor es más poderoso, trunco y lleno de secretos indescifrables. Yo te amé por quererte demasiado y te perdí, por soñarte de mi lado.
El pastillero aún vacío. Siempre supiste cual era la medicina correcta, aún cuando me mentías: Te amo. Yo lo sentía, vos lo decías.
Tres meses que fueron años, incluso llantos. Juraste descalza, de rodillas al piso que fui único en tu vida y te prometiste estar sola, hasta que la tormenta acabe. Pero te volviste a enamorar. Ciega, sin escuchar y sin darle tiempo al olvido, desgarrando corazones. Yo me enojé, te besé y acepté nunca más verte.
Tres meses exactamente tardaste en tomar esa pastilla que te ayude a dormir. Tiempo suficiente para llenarme de esa enfermedad que se llama desamor y que no deja olvidar. Fueron tres meses para vos, para recordarme al fin, sin pensar en mí.
Yo planificaba y vos sorteabas con precisión un fin más que anunciado, solo para no hacerme sufrir. Inconscientemente lo presentía, pero abusaba de mi mismo al intentar recrear a la parejita feliz. Como detenerme si el amor es más poderoso, trunco y lleno de secretos indescifrables. Yo te amé por quererte demasiado y te perdí, por soñarte de mi lado.
El pastillero aún vacío. Siempre supiste cual era la medicina correcta, aún cuando me mentías: Te amo. Yo lo sentía, vos lo decías.
Tres meses que fueron años, incluso llantos. Juraste descalza, de rodillas al piso que fui único en tu vida y te prometiste estar sola, hasta que la tormenta acabe. Pero te volviste a enamorar. Ciega, sin escuchar y sin darle tiempo al olvido, desgarrando corazones. Yo me enojé, te besé y acepté nunca más verte.
Tres meses exactamente tardaste en tomar esa pastilla que te ayude a dormir. Tiempo suficiente para llenarme de esa enfermedad que se llama desamor y que no deja olvidar. Fueron tres meses para vos, para recordarme al fin, sin pensar en mí.