jueves, 17 de febrero de 2011

El chico que juró nunca más besar.

Joaquín Doquier se sentía afortunado. La chica más maravillosa del mundo estaba a su lado. Todo salía tan perfecto siempre, que no necesitaba recordarle lo mucho que la amaba cada noche. Los viajes, los sueños, las miradas. Todo parecía una fantasía. Pero era real.
Disfrutar de su novia era todo un hecho. Pasear, dormir, respirar nariz con nariz y hasta cocinar, eran costumbres en esos tiempos dorados.
La casa, los hijos, el casamiento eran días contados y tachados en el almanaque.
Hasta que ella soñó algo más que terrible. La vida pasó caminando y le dijo que tenía que aprovechar otras vivencias, para que su madurez termine un ciclo.
Ella, confundida, un tanto arrepentida dejó a Joaquín. Se marchó sin pretextos, sin certezas, y jamás regresó.
Él… era de esperarse… corazón fundido y desganado. Vidas futuras desaparecidas, tiradas abajo. Fue cuando entonces, Joaquín juró que no volvería a besar a nadie más en toda su vida.
¿Decisión apresurada? Tal vez, pero tomada al fin.

Los meses pasaron y Joaquín no conoció otros labios. Hasta que un día, esa princesa tan esperada en el cuento, apareció.
Su boca era el mar en el verano, su pelo travieso, más que perfecto. Y sus ojos hablaban.
Joaquín sintió que su corazón volvía a latir, pero las promesas son promesas.
El chico, un tanto atrevido para la ocasión, no la besó. Devoró sus labios.

Solemos prometer, maldecir, dañar e ilusionar cuando nos sentimos fuera de lugar. Somos crueles de costumbre, y las heridas quedan. Cicatrizadas seguramente. A veces es mejor pensar dos veces las cosas antes que manejarnos por impulsos.

Eso intentará Joaquín.
Hoy junto a esa chica, no se preocupará por construir futuros, sino momentos.

U2 - With or without you



"My hands are tied.
My body bruised, she's got me with,
nothing to wind and
nothing left to lose"

lunes, 7 de febrero de 2011

Prohibido amar en Camcan

En el extraño pueblo de Camcan, donde sus habitantes se alimentan de comidas frías, vivió Alejo, aquel chico que nunca se había enamorado por miedo a sufrir.
Geógrafos, aseguran que el pueblo verdaderamente existe, pero nadie ha llegado hasta allí. Expertos, sostienen, que se encuentra rodeado por cuatro mares, y que en el último siglo no se ha visto muelle alguno. Las tormentas no son peligrosas, y el sol brilla durante todas las mañanas, sin excepciones.
La inexistencia de automóviles, políticos, sistemas capitalistas, empresas, desorden y contaminación, hacían de Camcan, un lugar único para vivir.
Pero como en todo sitio, la perfección absoluta no existe. El miedo también formaba parte de cada uno de sus habitantes. Y no es precisamente temor por algún animal feroz, ni por enfermedades, ni tampoco por la existencia de dioses, diablos, religiones o culturas.
Lo que hacía que las personas no vivieran completamente felices, era el amor.

Para muchos sería impensado ser infeliz por miedo a enamorarse. Otros dirán que el amor es la base de la felicidad. Pero lo cierto es que en éste pueblo, el amor era terror.

Las leyes locales habían prohibido mencionar dicha palabra y todo lo relacionado a tal concepto. Las autoridades no necesitaban controlar inapropiados ya que cada uno de los lugareños entendía esa desdicha a rajatabla.

Alejo llevaba una vida más que normal, hasta que un día se topó con la mujer más maravillosa nunca antes vista. Dicen, los sabios de la materia, que esa chica era más bella que los ángeles que iluminan los cielos a la noche, que el perfume en su piel generaba escalofríos a los mares y que el caribe se sentía avergonzado y con falta de belleza cuando sus playas eran comparadas con la sonrisa de aquella maravilla.
Alejo sentía que su vida estaba acabada ya que los ancianos siempre contaban que la última persona que se había enamorado en el pueblo, no habría resistido a tal sentimiento. El pobre desgraciado de esa historia había sufrido la explosión de su corazón en pocas semanas debido a tanto sufrimiento. La luna, después de semejante atrocidad, se distanció del sol tras una pelea a muerte, y no se han cruzado nunca más en el cielo para no morir de amor. Hasta el cantante más famoso de Camcan decidió prender fuego su guitarra y perderla en un arrollo.

Camcan era un pueblo un tanto particular, típico lugar para el reflote de historias. Y Alejo, decidió no ser parte de una más. Su corazón estaba a punto de enamorarse de aquella increíble mujer, hasta que finalmente tomó la decisión más difícil: se acercó a la fuente de los deseos, esas que nunca fallan, y pidió por si mismo. En primer lugar, solicitó perder la vista, ya que sus ojos se perdían en el limbo cada vez que esos cabellos rizados se acercaban. Luego imploró perder el sentido del olfato, dado que el perfume que esa muchacha llevaba enamoraba a las flores y marchitaba a los jazmines de la zona. Por último pidió olvidar… para siempre…
La vida de Alejo se transformó en un callejón oscuro y triste. Y nada volvió a ser igual.

Ese día, su hermano Pedro, aprendió la lección. Infringió todas las leyes de Camcan, se burló de las leyendas, y se enamoró ciegamente de una mujer.
Pedro nunca se había sentido tan feliz. Aprendió a querer, a extrañar, a admirar, a celar, a llorar y a reír. A los dos meses su corazón reventó en mil pedazos. Pero Pedro, siempre supo que antes de morir, debía amar, porque sino la vida no tendría sentido.

Hay quienes dicen que en Camcan nadie se volvió a enamorar. Los más ancianos, ahora aseguran que la luna se acercó al sol y que cada vez se aprecian eclipses más seguidos.

Y los sabios de la cuestión, faltos de certezas, comentan que no se sabe por cuanto tiempo se puede amar, pero sostienen, casi con seguridad, que es un acto maravilloso.

The Beatles - Yesterday



"...Yesterday love was such an easy game to play,
now I need a place to hide away..."