Joaquín Doquier se sentía afortunado. La chica más maravillosa del mundo estaba a su lado. Todo salía tan perfecto siempre, que no necesitaba recordarle lo mucho que la amaba cada noche. Los viajes, los sueños, las miradas. Todo parecía una fantasía. Pero era real.
Disfrutar de su novia era todo un hecho. Pasear, dormir, respirar nariz con nariz y hasta cocinar, eran costumbres en esos tiempos dorados.
La casa, los hijos, el casamiento eran días contados y tachados en el almanaque.
Hasta que ella soñó algo más que terrible. La vida pasó caminando y le dijo que tenía que aprovechar otras vivencias, para que su madurez termine un ciclo.
Ella, confundida, un tanto arrepentida dejó a Joaquín. Se marchó sin pretextos, sin certezas, y jamás regresó.
Él… era de esperarse… corazón fundido y desganado. Vidas futuras desaparecidas, tiradas abajo. Fue cuando entonces, Joaquín juró que no volvería a besar a nadie más en toda su vida.
¿Decisión apresurada? Tal vez, pero tomada al fin.
Los meses pasaron y Joaquín no conoció otros labios. Hasta que un día, esa princesa tan esperada en el cuento, apareció.
Su boca era el mar en el verano, su pelo travieso, más que perfecto. Y sus ojos hablaban.
Joaquín sintió que su corazón volvía a latir, pero las promesas son promesas.
El chico, un tanto atrevido para la ocasión, no la besó. Devoró sus labios.
Solemos prometer, maldecir, dañar e ilusionar cuando nos sentimos fuera de lugar. Somos crueles de costumbre, y las heridas quedan. Cicatrizadas seguramente. A veces es mejor pensar dos veces las cosas antes que manejarnos por impulsos.
Eso intentará Joaquín.
Hoy junto a esa chica, no se preocupará por construir futuros, sino momentos.
Disfrutar de su novia era todo un hecho. Pasear, dormir, respirar nariz con nariz y hasta cocinar, eran costumbres en esos tiempos dorados.
La casa, los hijos, el casamiento eran días contados y tachados en el almanaque.
Hasta que ella soñó algo más que terrible. La vida pasó caminando y le dijo que tenía que aprovechar otras vivencias, para que su madurez termine un ciclo.
Ella, confundida, un tanto arrepentida dejó a Joaquín. Se marchó sin pretextos, sin certezas, y jamás regresó.
Él… era de esperarse… corazón fundido y desganado. Vidas futuras desaparecidas, tiradas abajo. Fue cuando entonces, Joaquín juró que no volvería a besar a nadie más en toda su vida.
¿Decisión apresurada? Tal vez, pero tomada al fin.
Los meses pasaron y Joaquín no conoció otros labios. Hasta que un día, esa princesa tan esperada en el cuento, apareció.
Su boca era el mar en el verano, su pelo travieso, más que perfecto. Y sus ojos hablaban.
Joaquín sintió que su corazón volvía a latir, pero las promesas son promesas.
El chico, un tanto atrevido para la ocasión, no la besó. Devoró sus labios.
Solemos prometer, maldecir, dañar e ilusionar cuando nos sentimos fuera de lugar. Somos crueles de costumbre, y las heridas quedan. Cicatrizadas seguramente. A veces es mejor pensar dos veces las cosas antes que manejarnos por impulsos.
Eso intentará Joaquín.
Hoy junto a esa chica, no se preocupará por construir futuros, sino momentos.
U2 - With or without you
"My hands are tied.
My body bruised, she's got me with,
nothing to wind and
nothing left to lose"