Caigo de esa montaña de poca altura. Mientras
ruedo pienso lo peor, pero al fin y al cabo termino con la trompa en la tierra.
Sólo son unos pocos rasguños, tan insignificantes como tu salida de mi vida. El
volver a respirar y la llegada de algunos estornudos me hacen sentir mas de
viaje que nunca, o que siempre.
A medida que me voy revolcando por los paisajes
más asombrosos del mundo, entiendo que pensar en blanco me hace muy bien. Pero
pierdo por goleada cuando recuerdo que sigo posponiendo el día del juicio
final. Será sólo un breve momento, donde las historias coincididas se pudran de
una vez por todas, cuando te encuentre por casualidad, caminando con él. Ese
instante dolerá en el corazón, pero reiré luego, con envidia y tranquilidad.
Con esa misma tranquilidad de haber dado lo mejor, sin desearle mis males a
aquel pobre iluso.
Confieso, los días de lluvia me hacen mal,
aunque intento buscarle las cuestiones más positivas. Pero los rayos de sol, el
pasto y las flores, levantan mi autoestima. Quizás sea un aspecto psicológico.
Seguro lo es. Sucede que los días nublados representan muy bien algunas tardes
de llantos injustos, y problemas nada graves que nos ponemos en la cabeza para
hacernos creer ser los peores.
Pensándolo bien, no quiero repetir nada de eso.
Regalo mis pedazos de sueños por un presente motivador, y un pasado sin cabeza.
Amar fue una corajeada, pero sobrevivir, un libro de consejos.
Un tanto más sereno y realista, suelo
cuestionar mi ausencia en la escritura. Quizás sean horarios mal programados,
muchos amigos y asados, o viajes sin mochilas. Y de todo eso saco una
interesantísima conclusión que tenía pegada en la frente, pero que nunca pude
ver: estoy viviendo.
Ni bien termino de caer de aquella montaña (que
en realidad era una simple elevación de tierra), me pongo de pie. No busco
llamar la atención ni gustarle a todo el mundo. Levanto la frente para estar
dispuesto a no quedar atrás. Prometeré entonces, junto con el primer paso,
llevarte una montaña de textos, para que los abraces y te rías conmigo.
Bienvenido a un nuevo paseo. ¡Que lo
disfrutes!, entre versos y viajes.