Que la libertad sea una secuela de esa rigidez
con la que a veces caminamos. Que los paisajes sean menos efímeros que los
documentos de oficina. Y que las caricias se apoderen de los “idealistas”, sin
“ideas”.
Es tiempo de cambios, a gusto y piaccere de
cada uno, pero cambios al fin. Ya nos quedará tiempo para discutir si no la
llamé las veces que lo necesitaba, o si descuidé una relación por el simple
hecho de creerme maduro. Quedarán allá atrás, en ese galpón de despilfarros, las
angustias sin sentido, y un fuerte resplandor con recuerdos atravesados.
Intentaremos las veces necesarias ceder maniobras por impulso, ante un simple
beso.
¿Cuántas piedras más me tengo que comer en la
vida para aprender? No lo se, a menos que descubra las verdades universales.
Pero con esos conceptos, no podré competir frente al resto, y una vida sin esas
tensiones, es aburrida.
Levantemos los brazos sin cansancio. Un jueves
o un lunes a la noche en soledad, no le hace mal a nadie. Siempre y cuando, nos
apoderemos de nuestros pensamientos y no caigamos en las certezas de Freud.
Los vientos se llenan de esperanzas, y cuando
dejamos de sostener aquella foto que nos hace tan mal, nos levantamos. Nos
aprovechamos de los quehaceres, y salimos apurados al trabajo. Que el semáforo
no nos condicione y que la música de los celulares no nos falle. Es tiempo de
cambios, y quedarnos atado a las presiones y tristezas, no mejorará nada.
Cambio tu espalda, por una carcajada. Cambio
tus ojos, por un viaje en el bondi. Tus mejillas por una cena con los viejos.
Tu pelo, por mis raros peinados. Tus manos, por un abrazo de gol en una
canchita. Tu cintura, por un paseo con los bajitos del preescolar. Tus piernas,
por una desesperada corrida para llegar temprano a esa cita, y luego descansar.
Tus pies, no, aún no los cambio. Muchas gracias, pero me quedo con los míos.
Tantas vueltas tiene el destino, que ya me
cansé de aceptar cada una de mis respuestas.
Es tiempo de cambios.
Tu mirada por la mía, y así, en cada esquina,
se entrelazarán aún más, para llegar bien lejos. Religiones, razas, cantitos y
muchedumbre. Arribando a los lugares más místicos del planeta, con la zamba o
un buen tango. Esos ojos que eran míos, y que después fueron tuyos, llegaron a
olvidarse del caos de la ciudad, y convencieron a las musas a formar parte de
mi vida. De una de ellas me enamoré, y nada dejé. No fueron grandes diferencias
estructurales, sino necesarias, para seguir entendiendo que amar cuesta
cambios, y cambiar es creer en uno. Tranquila, que el sol también brilla en tus
ojos, y cuando cierres las cortinas de esa ventana, aceptarás que lo logré, con
una risa cómplice.
4 comentarios:
q genio!! excelente! felicitaciones una vez mas!
ME ENCANTÓ! Seguí escribiendo así! Te quieroooo!
Vane
Me hiciste emocionarrrr...
Gracias...de verdad!
Conseguis que cada vez me sienta mas orgullosa de vos! Te quiero amigo!
Candu
Muy lindo Leo! Segui escribieno q me encanta!
Yami
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