Tuve que recurrir a borrar las primeras líneas
y empezar de nuevo, no miento.
El invierno se acerca una vez más, y esos
olores helados que nos mantienen la nariz fría nos traen recuerdos. Que fácil
es escribir pensando en vos. Al fin, de una vez por todas, comencé a creer en
las musas.
Para no hacerte cargo, me mentí en la cara, me
oculté entre pasajes de avión, y disfruté cada playa casi sin pensar en vos.
Pero el inconsciente nunca falla. Menos en estas épocas, en donde estamos más
atentos. Nada se puede barrer debajo de la alfombra, nada se puede olvidar con
las hojas del otoño. Es que tu cara siempre está presente. Más, si cada cosa se
parece a vos. Casi todo es un proceso de transformación, pero algunas cosas
quedan. Perdón por tantos textos a tu nombre, perdón por tantos enojos sin
sentido.
Cada año que pasaba me iba haciendo más fuerte
y el hecho de reformular teorías siempre nulas sobre el amor, me llevaron donde
estoy. Escondido en el umbral de las palabras y de los cuentos que tanto se
apegaron a mi, no intenté reconquistar amores. Me preocupé por los valores, por
la familia y por la música. Cosas reales que tan bien supimos compartir. Me
escondí eficientemente y jamás lograste verme pese a estar cara cara en tantas
ocasiones. Y aprendí, que los desafíos siempre son individuales. Entendí que
hacerse cargo de lo de uno, es luego, construir momentos únicos, doblemente
valiosos.
Ahora que lo recuerdo, éste es el último
invierno. El último año y el último suspiro. Igual que los anteriores. Fuimos
posponiendo esa última chance que jamás llegará.
Me aparté de lo anecdótico, para indefinirme.
Tanto cambié, que por momentos no me reconozco. Ya no sos más culpable, ni
protagonista, ni mi arco iris de colores. Ahora vos, sos mis textos. Cada línea
es una lágrima, cada punto un “hasta luego”. Y comenzamos nuevamente: esos
cuatro (treinta años), esos meses (que fueron siglo) y ese fin (que nunca
comenzó).
Me marcho en un nuevo y confuso relato. Los veo
a todos en las afueras del fin del mundo. Tantas afueras como mentiras de creer
que todo tiene fin para cerrar momentos.
El invierno no es el último, porque entre
primaveras, veranos y otoños, todo comenzará de cero. Con algunos matices
distintos, menos lluvias y más calores sofocantes. Pero con el mismo nombre. Y
pese a que nuestra existencia sea borrada para siempre, el título de invierno,
alguna vez existió; y existir no es un fin.
Cerrando tanta porquería, de momento te
recordaré. Una vez más, una última, la primera de ellas. Cada veintiuno de
Junio me atraerán olores que se fueron para no estar aquí, pero volar allí. Que
bueno es volver a escribir. Quizás me perdí hasta sentir que era el fin, pero
si existió, ya no hay fin. Los espero de nuevo, como cada invierno, en las
afueras del fin del mundo. Más curtidos, mas atentos, perceptivos y sensibles.
Que lindo es empezar.
Fin.
5 comentarios:
Me encanto !! :)
Que bueno que volviste a escribir! y que visión distinta y gustosa que demostrás ahora! ♥
Vane
Menos mal que no seguiste privandonos del placer de seguir encontrandote en cada frase! te quiero amigo! GRACIAS !
Candu
'Me aparté de lo anecdótico, para indefinirme. Tanto cambié, que por momentos no me reconozco. Ya no sos más culpable, ni protagonista, ni mi arco iris de colores. Ahora vos, sos mis textos. Cada línea es una lágrima, cada punto un “hasta luego”.' Que esquisito sabor deja este texto, ya extrañaba esa sensacion de leer tus textos y encontrar ese parrafo donde uno se siente identificado. Abrazo grande y espero la siguiente obra del Escritor Inconcluso.
Al fin volviste, que alegria...
Me encanto, ya se extrañaban estas historias, que siempre siempre las hacia mias...
Gracias...
Esperando la proxima...
Maru!!
Publicar un comentario