miércoles, 30 de octubre de 2013

Tardes a escondidas



Besos forzados, mimos que no llegan. Vos y tu carita, un mundo aparte. Imposible de entender y no querer. Caricias cotidianas monopólicas, pero ante la espera no hay respuesta. Y así, se va haciendo cada vez más difícil. Remar y remar en contra de esa corriente de agua salada, nada dulce.
Críticas, pedidos, consejos. Todos llegan enfrente de nosotros con una ventaja, con las revistas de turno del saber, con los “dejala”, “viví la vida”, “pensá en vos”, pero nadie se puede parar en el medio de esos días ciegos y descolocantes en los que tomar una decisión es saber que es para siempre.
Solemos ser fuertes hasta que el viento nos encierra en la casa, y el pronóstico recomienda no salir. Después, cada diálogo es una guerra sin cuidados, es sentirse poco querido. Es pensar en que estás buscando todos mis defectos durante cada segundo que pasa, y así, lo tierno, la lógica, lo inocente, se va perdiendo.
Un alma llena de ilusiones se pone fuerte a partir del primer “te amo” porque no espera jamás lo que puede llegar a venir. Pero el tiempo nos regala experiencia, está claro.
Y de tanto volver a buscarte, termino regalando pinceladas de buenos momentos por no atreverme a conocer nuevas tardes, nuevos enojos, nuevas carcajadas.
En esas cosas que sólo suceden en la vida, te encuentro en la parada, te agarro de la mano y salimos corriendo. Tardes a escondidas, para que tu vieja no nos vea y tu tío no sepa que andamos juntos. Nos recorremos los negocios, el almacén de la esquina, los chocolates… y las gotas en la frente, para frenar y matarnos a besos en el paredón de a la vuelta.
Dejé de pensar en esos besos forzados, en esa loca manía de saber que no sos para mi, y me di el espacio de saber valorar esas “no siestas” llenas de adrenalina.
Me bajo del tren y camino largas cuadras para no pagar el colectivo, y pensar en todo lo lindo que te voy a decir, en cómo actuar y saber disfrutar. Nos volvemos a encontrar, siendo chicos, recién comenzando, para quedarnos en esa plaza para siempre. Hasta saber que cuando sea de noche, las estrellas iluminarán cada espacio de la ciudad, y desde la ventana me pienses.
Pero de esa parte te olvidaste.
Dale, no seas tonta. Viví, date un momento más. Antes de lanzar con una flecha filosa esa crítica, apretame la mano y escapemos a esas tardes a escondidas.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy lindo...muy tierno!

Qué bueno que seguis escrbiendo! :D

Besotes!

Anónimo dijo...

Todo lo que escribis es realmente hermoso!!!
Besos!!!

Anónimo dijo...

Esas "no siestas"...